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Ensayo

El amanecer es la hora en la que nada respira, la hora del silencio: todo está quieto, sólo se mueve la luz.

 

Con esta frase de Leonora Carrington, reflexiono sobre la lectura de El citatorio Real. Un cuento capaz de desdoblarse y salirse del libro mismo para internarse en quien le ha leído.

Adentrarse por los relatos de Leonora es ir oscilando entre la inocencia típica de la infancia y el tinte macabro de la fantasía. La narración poética describe lo cotidiano entremezclándose con el surrealismo, sin añadirle más de lo necesario.

Estamos frente a una niña / adolescente a quien se le indica que debe matar a una reina. Un destino solamente comparable con el de las infancias en los barrios marginales plagados por las pandillas que cazan miembros cada vez más jóvenes para sumarlos a sus filas.

Por momentos, pareciera estar frente a una versión alterna a Alicia a través del espejo de Lewis Carroll. La niña de Leonora también es una pequeña que sale al encuentro de una reina que, ciertamente, ha perdido la cabeza y, además, ha osado a perder una partida de damas.

La encargada de impartir este castigo será una niña, pues los adultos no tienen el valor de cometer el crimen. En cambio, ella sí es capaz de cumplir con esta misión y taraear una canción infantil al mismo tiempo.


¿Cuán importante es reconocer las figuras literarias para apreciar un poema?



La muerte se perfila como
una compañera que acecha desde la orilla del espejo. Al leer los poemas del
mexicano Xavier Villaurrutia (1903-1850) se abre un espacio de infinitas posibilidades en
el que la noche es el espacio perfecto para dar rienda suelta a las obsesiones
que marcaron su obra. Villaurrutia participó en la vanguardia con su
acercamiento al surrealismo y era alguien que recurría de forma constante a la
muerte propia, el insomnio y la soledad.


Cuando se lee poesía puede haber
dos formas de acercarse a los textos. Una de ellas es la del que avanza sin
preocuparse por el rigor estilístico y el reconocimiento de las figuras
retóricas, pues busca la conexión con el alma del poeta. La otra es desde la
perspectiva teórica, en la que el lector se distancia y cuestiona las
estructuras de lo que se impone frente a él sobre el papel. Creo que la mayoría
de personas se quedan en la primera forma, sienten la conexión, aprecian la
belleza de alguna imagen, se conmueven y siguen adelante. Habrá otros pocos que
se interesan en diseccionar los versos como para tomar una radiografía. 

Este es
un ejercicio que combina las dos formas para identificar las figuras retóricas
en el siguiente poema:
Estancias
Nocturnas

Sonámbulo,
dormido y despierto a la vez,
en
silencio recorro la ciudad sumergida.
¡Y
dudo! Y no me atrevo a preguntarme si es
el
despertar de un sueño o es un sueño mi vida.
Desde el título podemos
apreciar que el escenario predilecto de Villaurrutia es la noche. En el primer
verso hay una antítesis al colocar la explicación del sonambulismo, el estado
que consiste en estar dormido y despierto a la vez. El paso entre la frontera
del sueño y la vida real es un tema que ha sido buscado por varios autores. En
el caso de Villaurrutia, probablemente obedezca a la influencia surrealista de
André Bretón.

En
la noche resuena, como en un mundo hueco,
el
ruido de mis pasos prolongados, distantes.
Siento
miedo de que no sea sino el eco
de
otros pasos ajenos, que pasaron mucho antes.
Miedo
de no ser nada más que un jirón de sueño
de
alguien –¿de Dios?– que sueña en este mundo
amargo.
Miedo de
que despierte ese alguien –¿Dios?–, el dueño
de
un sueño cada vez más profundo y más largo.
La metáfora del jirón de sueño expresa el temor de no ser
nada más que un retazo onírico empujado hacia la nada. La pequeñez del ser
humano frente al concepto universal de un Dios que sea el director del sueño.
También se identifica la anáfora, que consiste en la repetición de la misma
palabra al principio de las frases. En este caso es la reiteración del miedo.
El juego con los sonidos es evidente en el uso de rimas como en “dueño” y
“sueño” para darle musicalidad al poema y valerse de la aliteración.
Estrella
que te asomas, temblorosa y despierta,
tímida
aparición en el cielo impasible,
tú,
como yo –hace siglos–, estás helada y muerta,
mas
por tu propia luz sigues siendo visible.
Al dirigirse a la estrella le da vida y emplea el recurso
de animización para luego, de una manera compleja, colocarse en el mismo plano
que el astro que se asoma en el cielo impasible y expresar el peso de la muerte
con una comparación.
¡Seré
polvo en el polvo y olvido en olvido!
Pero
alguien, en la angustia de una noche vacía,
sin
saberlo él, ni yo, alguien que no ha nacido
dirá
con mis palabras su nocturna agonía.
La última estrofa inicia con
una repetición para remarcar la pequeñez de su existencia y el olvido al que
estará expuesto. El poema concluye con la nocturna agonía, de una forma
circular que nos regresa al título de la obra. Por otro lado, también pienso en
el fragmento de Alicia a través del espejo, en el que Alicia es cuestionada por
los gemelos Tweedle sobre la posibilidad de que ella sea apenas una minúscula
parte del sueño del rey rojo y que desaparecerá cuando el monarca despierte.

El poema Estancias nocturnas
es una reflexión sobre la propia existencia. Un cuestionamiento sobre lo que
hay más allá de los sueños y si existen o no los designios divinos. Acaso todos
seremos unas marionetas controladas desde el sueño del creador o somos una
creación independiente que muere lentamente como una estrella.

En cuanto a la
identificación de figuras literarias o retóricas dentro del poema, creo que es
un recurso de utilidad para acercarse al texto y desenmarañar el estilo del
autor. Sin embargo, es importante recordar que la obra es independiente de
quien la crea y por eso es que puede ser sometida a análisis estructurales.
Cuando el poeta escribe lo hace con libertad y el resultado final es lo que ya
luego los estudiosos clasifican de acuerdo a las figuras retóricas. La
sensibilidad de quien lea la poesía detectará y apreciará las anáforas, las
repeticiones o las metáforas aunque no maneje la teoría o desconozca que también
existen las aliteraciones, elipsis o sinécdoques.

Comentario escrito como tarea académica para el curso Seminario de Poesía Hispanoamericana de la Maestría en Literatura Hispanoamericana.

Ensayo
sobre Crónicas para sentimentales, de Jacinta Escudos
Sobre
la individualidad se erige nuestra propia república. Las fronteras son
delimitadas por la conciencia y los rastros sentimentales que la sociedad
moderna arrincona en los departamentos. La soledad pareciera ser la única
compañera de los personajes retratados en el libro Crónicas para sentimentales
(2010) de la escritora salvadoreña Jacinta Escudos. Los relatos hilan una
colección de situaciones en las que se percibe el desgano de vivir, la rutina y
los miedos de los hombres y mujeres del último siglo. También resaltan los
diversos recursos literarios que entremezclan figuras poéticas, el uso de
diferentes narradores y la ruptura de reglas gramaticales tales como la
ausencia de puntos o mayúsculas.

Un
epígrafe que corresponde a la canción Dos
caras de amor
de Los Moonlights le da la bienvenida a quien empieza la
lectura. Queda en mi mente la tonada al ritmo de una banda uruguaya que canta: “Dos
caras de amor tengo yo / De alegría y de dolor / Para reír y llorar” (Escudos,
2010. p.7) Esa es la antesala para nueve historias que más se acercan a la
tristeza que a la alegría plena del amor. La mayoría de los personajes navega
entre las fronteras de la socialización y se aferra a la individualidad.

En
el primer cuento titulado ¿En qué libro
guardé tus cabellos, Elsa Kuriaki?
, un narrador en primera persona comparte
las interioridades de su vida solitaria y el asombro ante la posibilidad de
reconocerse como alguien capaz de enamorarse. El personaje también expone el
miedo que conlleva la fragilidad de exponerle a Elsa sus sentimientos y caer de
nuevo en la vulnerabilidad. Fue tal la emoción por sentirse frente a frente al
amor, que el protagonista sucumbe a un exceso de emociones que su organismo no
es capaz de soportar. Se resetea, tal y como si fuera un sistema operativo que
debe reiniciarse y pierde la memoria.

En Lecturas para misántropos modernos se
presentan tres relatos breves sobre mujeres que se sienten aversión al trato
con las personas. Por ejemplo, la voz narradora de puertas asegura realizar cosas útiles porque lee mucho, sale a
hacer la compra, arregla la casa y no se mete con nadie. Tanto ella como la
protagonista de T.V. se duermen
acompañadas por el televisor y meditan sobre la muerte. En los siguientes
fragmentos se pueden apreciar este tipo de reflexiones:
“y
si esa bolsa me matara, la verdad es que me estaría haciendo un gran favor” (Escudos,
2010. p.30).
Lo curioso es que aunque viven encerradas en su metro cuadrado, también son quienes se atreven a cuestionar elementos fundamentales en los que quizá la mayoría de personas no se detienen a reflexionar por estar pendientes de sus ocupaciones diarias:

“a
veces me despierto en la oscuridad de la noche, y no sé por qué me pongo a
pensar en la muerte y pienso tanto y tan intensamente en ello que siento algo
más que miedo, algo mucho más fuerte que el miedo, algo para lo que aún no
inventan una palabra, un algo terrible en el pecho y el cuerpo entero”. (Escudos,
2010. p. 41)

Hay
relatos como Novela de amor pakistaní
en los que la estructura narrativa se intercala con recursos poéticos. El
cuento se desarrolla entre los monólogos de Valkiria y algunos diálogos que
intercambia con un productor español. De acuerdo con Fuentes, la autora
evidencia su interés por la experimentación, con gusto por el texto
hiperrealista, pero también por el relato de tintes poéticos (2013, p. 75). A
continuación se ejemplifica este estilo narrativo:
“tu,
allá arriba, tomándote un whisky, con tus anteojos oscuros colgando de tu
cuello por una cadenita, para tenerlos a mano cuando el brillo del sol que se
refleja en las nubes haga destellos contra el metal del ala del avión y contra
el plástico de la ventanilla por la cual te asomas / ese calor, ese whisky en
la mano, las nubes como un paraíso de algodón / salir por la ventana y caminar
sobre las nubes, a través de ellas, dormir y taparte con ellas, descasar sobre
ellas, descalzo… (Escudos, 2010 p. 50).

Las
crónicas continúan con Nights in Tunisia,
una historia lineal contada en tercera persona y ambientada en Nueva York. La
búsqueda de la ternura se mantiene aunque los escenarios cambien y ahora nos
encontremos en un club que está a reventar y donde Nausicaa es una intérprete
de jazz. Somos testigos de la historia de amor inconclusa con Desiderius, la
persistencia de Nausicaa por buscar la aceptación y sentirse amada. La búsqueda
del amor también es el motor en Relato
Judicial
, una historia contada por un narrador en tercera persona cuya voz
es interrumpida por los pensamientos de una periodista que se enamora de un
presunto criminal. Todo sucede en pocos minutos y en cuestión de un intenso
intercambio de miradas.

En
una entrevista publicada en la revista virtual Aurora Boreal, la escritora explica que su objetivo fue cuestionar
los roles impuestos por la sociedad y los ideales del ser humano contemporáneo
que se ahoga todos los días en una enajenación cotidiana (Ritter, S.F). En Palabras Blandas, Materia Negra y Crónicas para
sentimentales
se percibe ese cansancio interior que se refleja en
relaciones inestables e incluso el rechazo a embarcarse de nuevo en una
relación.

La
carga sentimental se acumula en la garganta al llegar a la última página. No es
difícil sentir empatía por los personajes que vagan en cada crónica porque la
lectura de estos relatos implica un llamado a la sensibilidad y a reflexionar
en el desasosiego interior que el ritmo de vida moderno puede ocasionar. Cuando
la desilusión es muy grande suele surgir esa inmensa pereza de volver a amar
que se menciona en Crónicas para
sentimentales
. El desgano aumenta de manera progresiva hasta convertir a
las personas en ermitaños modernos o autómatas que no viven de manera
auténtica.

El libro
es un novenario a la desesperanza pero me niego a creer que todo está determinado al fracaso.
Nunca es tarde para reducir la misantropía. Tenemos derecho a momentos de
felicidad, tal y como la saborea el personaje de la primera historia por unos
cuantos segundos. La derrota sería abandonarnos y caer al viento como el clavel
que deja una estela roja en su caída desde el noveno piso.
Bibliografía
·        
Escudos, Jacinta (2010). Crónicas para
sentimentales. Guatemala. F&G Editores.
·        
Fuentes, Moises Elías. (2013). Nueva
Narrativa centroamericana: breve panorama II. Casa del tiempo. Recuperado de:
http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/74_75_vi_dic_ene_2014/casa_del_tiempo_eIV_num_74_75_74_77.pdf
·        
Ritter, Luis Pulido.  (Sin fecha). Entrevista a Jacinta Escudos, Una
trampa feliz. Dinamarca. Recuperado de:
http://www.auroraboreal.net/actualidad/entrevistas/1471-una-trampa-feliz

«Hay que estar loco, definitivamente, como vos, Moya, 
para creer que se puede cambiar algo en este país, 
para creer que a la gente le interesa cambiar algo».
El Asco: Thomas Bernhard en San Salvador
de Horacio Castellanos Moya

¿Has sentido que hay momentos en los que se agotan las fuerzas para permanecer? Volteas a ver a tu alrededor y todo parece tan distante, tan impersonal. Te cansas de buscar el encanto y de justificar las razones para llegar puntual al trabajo. Optas por dejar de leer el periódico para intentar convencerte de que todos los esfuerzos valen la pena. Hay días como el del viernes 29 de agosto en el que ese desencanto amanece más intenso. No sé si fue coincidencia haber empezado a leer la novela El Asco (1997) escrita por Horacio Castellanos Moya, justo después de haber atravesado el día con ese malestar, pero mis cuestionamientos encontraron eco en esta lectura.

Hoy es 12 de septiembre y el fervor patrio insiste en congestionar el tránsito al ritmo de las antorchas que empiezan a recorrer Guatemala. Hace un año sentí ganas de llorar al observar a los estudiantes corriendo por las calles. Tan inocentes, tan cansados, tan corriendo con el corazón en la boca y la noción de patria sin terminar de construirse en su imaginario. Creo que este 2014 no tengo mucha cabeza para reflexionar en el tema y solo quiero decir que para mí es más patriótico cuestionar esos valores y no correr sin ton ni razón por la ciudad. Ando con unas ganas desilusionadas de largarme y a la vez reflexiono sobre la permanencia y el exilio.

Regreso entonces a El Asco y sin querer, me contagio del desgano plasmado en cada una de las páginas. Las estampas que retrata bien podrían ser tan guatemaltecas como salvadoreñas. El protagonista es Edgardo Vega, quien se reunió con Moya en el bar La Lumbre para decirle todo lo que piensa acerca de la inmundicia que encontró al retornar a su país y comprobar que el contexto no ha mejorado. Vega regresa a San Salvador después de vivir dieciocho años en Montreal para enterrar a su madre y ver a su antigua patria desde la perspectiva de la distancia, el cinismo y el desencanto.


Al igual que Vega, cuando asegura que le parecía cruel e inhumano que habiendo tantos lugares en el planeta, a él le hubiera tocado nacer en ese sitio, yo ya había dedicado algunos minutos a ese mismo razonamiento. Lo pensé un viernes por la mañana cuando sostenía una taza de café entre mis manos y observaba los edificios cercanos a la oficina. Trataba de encontrarle alguna explicación a la manera en la que el designio divino conspiró para que nos tocara venir a nacer en el trópico alucinado. En el micropaís donde se sobrevive a cada segundo.


En las páginas también se percibe un
duro cuestionamiento del autor hacia la construcción de la nacionalidad y todos
los elementos que se integran para formar la identidad salvadoreña. Uno de los
señalamientos más recurrentes es la ferviente y ciega devoción con la que
defienden la cerveza Pilsener, la cual es considerada por sus connacionales
como la mejor bebida del mundo. Los símbolos gastronómicos
también son criticados y es que ¿acaso nuestra nacionalidad se queda nada más en defender un litro de Gallo, Cabro o Pílsener? ¿Tostadas, rellenitos, tamales?
El señalamiento no se queda en la superficie, pues
poco a poco el autor va profundizando en aspectos relacionados con la
ideología, la educación y la inseguridad en el país. Debido a la similitud de
ambos países, es inevitable avanzar en la lectura sin empezar a contagiarse de
esa vomitiva repulsión que predomina en cada página.

Así que ahí estaba yo: leyendo El Asco y devorando cada palabra con la misma repulsión que sentía Vega, hasta que llegué a la parte en la que el personaje se voltea hacia su interlocutor para echarle en cara su ingenuidad. Le pedía que no perdiera el tiempo porque resulta imposible que su país produzca escritores de calidad. Sobre todo en un lugar donde a nadie le interesa la literatura, el arte o cualquier manifestación creativa. Es una dura pedrada que viene de parte de alguien que reniega de su identidad hasta el punto de tramitar un pasaporte diferente y cambiarse de nombre. Toda su nueva idiosincrasia está construida alrededor de Thomas Bernhard, un nombre que tomó de un escritor austriaco al que admira.


Puedo sentir la horma apretada de los zapatos del que decide apagar el televisor y dejar todo para irse a otro país. Las dos caras de la moneda traen consigo cierta dificultad porque por un lado está el destierro voluntario y la nostalgia pero en la otra esquina está la lucha de quienes permanecen entre la debacle y se aferran a una mínima esperanza. Una persistencia que ante los ojos de Vega se transforma en locura:

“Hay que estar loco, definitivamente, como vos, Moya, para creer que se puede cambiar algo en este país, para creer que a la gente le interesa cambiar algo. Todo es una alucinación, Moya, enténdelo, la gente que piensa por cuenta propia, la gente interesada en el conocimiento, la gente dedicada a las ciencias y las artes, debe largarse lo más rápidamente de este país: aquí te vas a pudrir”. (Castellanos Moya 2007: p. 80)


En este punto me hubiera gustado interrumpir a Vega porque está a punto de darme con el dedo en la yaga. Pienso en la forma con la que podría responderle y viene a mi mente el poema de Maurice Echeverría Aquí está el milagro, que podría ser una especie de manifiesto para
los que eligen quedarse o no pueden largarse: 

Me pude haber ido
de este país,
escribir
en otra parte,
pero,
como yo lo veo,
la dignidad
estaba en quedarse
de pie
en este cráneo inacabable,
en este liso espanto,
larga canícula
de espinas.

Aquí es.
Aquí está el milagro…
Hay un conflicto interno que crece cada vez más porque aunque sienta estas ganas desesperadas de irme corriendo a abrazar a mi amigo en otro país, también siento los lazos que me unen a Guatemala. Vega es un autoexiliado que prefirió largarse. Tramitó un pasaporte canadiense para construir alrededor de
ese documento una nueva identidad que lo rescatara del trópico salvaje. De ahí
que pierda aún más la cordura cuando creyó que estaba a punto de quedarse
varado en su pesadilla al perder el documento: “El terror se apodero de mí,
Moya, el terror puro y estremecedor: me vi atrapado en esta ciudad para
siempre, sin poder regresar a Montreal, me vi de nuevo convertido en un
salvadoreño que no tiene otra opción de vegetar en esta inmundicia” (Castellanos Moya 2007:p. 120).
La desesperación se patentó en su rostro y obligó a
su hermano a que lo ayudara a buscar ese pedacito de tierra canadiense que lo
salvaría de la decepción, la inseguridad, la incoherencia ideológica y el
atraso que significaba El Salvador para él. A todos nos gustaría tener
ese salvavidas que nos rescate del caos de ciudad que nos heredó la historia.
Sin embargo, no todos tenemos la oportunidad de reinventarnos y negar nuestras
raíces, que al final resulta más cobarde que el permanecer al pie del cañón o
asumir el exilio desde una actitud distinta. Reconocerse en el otro pero sin
anular la identidad original.

Ahora mi asco se va transformando en un poco de empatía y lástima por ese personaje 
delirante que vive en un mundo construido sobre ilusiones. Pienso en asumir mi patria. Vivir con ella y llevarla conmigo si en algún momento parto hacia otra frontera. Más allá de celebraciones torpes y alcoholizadas, se necesita un terremoto simbólico que nos cuestione el fundamento de nuestra nación y nos lleve a reflexionar sobre la identidad. Urge sanar heridas históricas en este fragmento de tierra donde se sobrevive cada día y donde una enorme mancha gris empieza a colocarse sobre los muchachos que corren ilusionados detrás de una antorcha. Las banderas luchan por hondear libres al viento y ruge la lluvia que está a punto de derrumbarse sobre nosotros.

*Esta es una adaptación de un ensayo que acabo de entregar como parte del Seminario sobre literatura de América Central. 

* Foto de Prensa Libre


El tiempo se me vino encima y me atrasé. Entre tantas vueltas del último semestre y el trabajo perdí el ritmo de lectura. Pero aquí está. No hay excusas que valgan para contarles como me teletransporte a una subdimensión de cumbias. Un día profeticé en mi estatus de Facebook que la cumbia «es la salvación». Así es.

Pero para Cucu, el protagonista de los relatos del libro De putas y poetas, la cumbia era su perdición. Poco a poco fui conociendo a la Ticki cumbiantera. La primera vez que la vi, estaba bailando con Cucu mientras el semáforo me daba verde en alguna calle de la Avenida Elena. Cuando volví a abrir el libro, Cucu estaba en una pensión visitando a un gurú. Lobizón Endemoniado, le dicen.

Los días pasaron y de repente, durante un desayuno, Cucu me contaba como casi se hace millonario con el botín de uno de los ladrones más buscados en la ciudad. Pero al final prefirió seguir siendo pobre. Escritor pero pobre.
Los últimos relatos me supieron a fiambre. Creo que esa misma acidez tan característica de este platillo guatemalteco, es la que Cucu siente cuando habla de sus dos amores. Su esposa y Ticki la cumbiantera. Una adolescente idealista que además baila cumbia para luego descansar en los telos (moteles, según entendí en la lectura).
Cada relato se convierte en una parada dentro de un viaje popular, cumbioso y sabroso que me deja un sabor de boca con esencia de Gallo, Cabro o una Quetzalteca con Ticky. No comprendo por qué tengo tantas ganas de ir a cualquier lugar con una videorockola y bailar como si fuera el fin del mundo…. Una como las de Xela.
Este fue el tercer libro del reto de los 50 y el primero que leo de la colección Mata-Mata y fue escrito por el argentino Washington Cucurto.

Pd. Debo hacer una última confesión. A El curandero del amor no lo pude leer completo… Es tan pero tan genial que me dio muchos nervios y hasta grité… Me puso muy nerviosa y lo dejé sobre la mesa. Luego lo retomé y poco a poco concluimos.


El helado viento me rodeaba en cada kilómetro recorrido por Chicabal. Este es un recinto natural ubicado en Chile Verde, San Juan Olintepeque, Quetzaltenango. La bruma me distraía de la caminata y con una respiración entrecortada me recordaba a la mañana en que el detective Rosanegra encontró a Raquel. Imaginaba que en la siguiente vuelta podría encontrarme a los perros endemoniados que Rosanegra veía en sus pesadillas.

El fin de semana pasado subí hasta la la laguna Chicabal, que se ubica a 4 kilómetros de la carretera más 590 gradas de descenso al cráter. Aunque ya había deambulado por el Pacaya esta ha sido la primera vez que subo hasta la cima de un volcán. No recuerdo la última vez que había estado tanto tiempo conmigo misma ni debatido tantas batallas existenciales juntas. A lo largo de cada metro me invadían diferentes pensamientos y fantasías, entre las cuales Raquel probablemente me observaba desde los matorrales. El entorno grisáceo se fundía con «el arco iris de tonos verdes» que enmarcaba la palidez en la piel de la joven aquella mañana en que fue encontrada sin vida.

El ambiente que Byron Quiñónez describe en Aquí siempre es de noche te atrapa desde las primeras líneas. Lo empecé a leer mientras esperaba que la camioneta continuara su camino hacia Xela en Los Encuentros. Para alejarme un poco del bullicio de los vendedores decidí abrir el libro y aunque afuera el sol irradiaba acompañado de un delicioso viento, en mi lugar era de noche. El bus siguió su marcha y volví a abrir el libro en cuanto tuve cualquier momento libre al despertar o antes de dormir en ese viaje. Se lee rápido porque captura tu atención y en un instante buscas saber quién pudo haber asesinado a una muchacha tan linda. El contraste entre la sensibilidad de un policía y su lado oscuro no tiene precio. No he leído la primera parte de esta saga El perro en llamas. Pero espero poder hacerlo pronto e incluirlo en este reto.




1. ¿Será que una valla publicitaria de Tigo, Claro o Telefónica son transobjetos?

Sí. La apropiación de la estructura implícita del objeto, en este caso un celular, y al concretizarlo como representación física de una idea sensible. La idea sensible en este caso es la de comunicación, escuchar a nuestros familiares, disfrutar de la música en cada aparato y el contacto con cualquier persona. Para desarrollar esta idea tomo como referencia al brasileño Wagner Schwartz, quien es graduado en letras y performer. Él toma la idea del Transobjeto y desarrolla una propuesta en la que este término se convierte en un elemento que ofrece la posibilidad de una nueva experiencia.

Al compararlo con las vallas publicitarias de las telefónicas, no se está muy lejos de esta idea. Las vallas venden nuevas experiencias al tecnificar nuestra vida. Por ejemplo, “Invítala a salir por un mensajito” es la frase que identifica una valla de Tigo y que a la vez modifica las relaciones sociales. Se convierte en una invitación al propio usuario para experimentar nuevas formas de comunicación a partir de los planes que la compañía ofrece. Para Salvador Aburto Morales el transobjeto puede ser comprendido también como un fenómeno configurado por el sujeto social, pero que suele ser reflejo de lo individual, psicológico, trascendente o vanal. Además puede convertirse en único e irrepetible, cuando guarda correspondencia con la recreación sensible del mundo. Regresemos a la Telefónica y los planes anunciados en las vallas. Toda la sensación de confort es definida por nosotros mismos y por eso nos lo colocan en la valla como una meta y un gratificante. A la vez es personalizado y reflejo de lo individual porque cada quien puede modificar los planes, añadir redes sociales en los nuevos teléfonos, etcétera.

2. ¿Cómo se comunica el arte y la sensibilidad si el tema es violento?

De acuerdo con Morales vivir esta realidad y percibirla en un sentido estético tiene más que ver con una mirada sensible a la vida, que con el simple hecho de percibir la realidad y objetivarla. “Ver y oír, no será lo mismo que mirar y escuchar, porque esto implicará también, sentir”. Con esta premisa podemos partir e indicar que el arte y la sensibilidad en una pieza debe comunicarse al comprender el fenómeno que se quiere abordar. También depende en gran parte de la ética y moral del comunicador, quien debe estar consciente del contexto en el que se desenvuelve para no presentar una imagen carente de sensibilidad. Un claro ejemplo de la falta de contexto es la publicidad que MD lanzó hace tres años en los que por promover una línea de zapatos llenó la ciudad de Guatemala con vallas que presentaban unos “Zapatos de Muerte”. El slógan iba acompañado por imágenes de mujeres bellas muertas por el placer de tener el par de zapatos. Esto fue presentado en un país donde el femicidio es un tema delicado y con altos índices de violencia contra la mujer.

Para la crítica y curadora de arte Clara Astiasarán la sugerencia en una obra es más interesante porque el arte debe cuestionar y facilitar la capacidad de preguntar. Por ello algunas de las piezas más exitosas en comunicación y publicidad son las que abordan las temáticas de una manera sugerente y conceptual.

Para ejemplificar este punto abordaremos los siguientes ejemplos. El primero es el de una campaña lanzada en Croacia por Unicef. Aquí el tema es la orfandad y los niños que pierden a su familia entera por la guerra y la violencia.

La segunda pieza pertenece a la exposición de fotografía documental Encuentros en Primavera, en la que el objetivo era indagar en las historias alrededor de las familias de las personas desaparecidas durante el conflicto armado. La muestra reúne 29 fotografías tomadas en la Comunidad Primavera durante las inhumaciones de 9 personas desaparecidas. Cada una de las piezas habla por sí sola y no se recurren a lugares comunes o amarillistas para mostrar el dolor de los familiares que después de 20 años han logrado cerrar un capítulo dramático en su vida. La técnica de la fotografía documental empleada por la fotógrafa Morena Pérez-Joachín se enfocó en temas específicos y planeaciones. El objetivo era contar un sentimiento a través de una imagen y acompañar a las personas retratadas en los momentos de curación y reencuentro.

3. Es posible esa Teoría de Comunicación Artística de la que habla Salvador Aburto Morales en su folleto.

Claro. Desde el momento en que un artista emprende una obra lo hace porque quiere expresar su perspectiva, sentimientos, ideología, etcétera. Según Morales el arte en su esencia es comunicación, porque compromete a sus interlocutores para asumir la responsabilidad de su trascendencia como seres humanos; obvio será también descubrir con esto, que además es un fenómeno vivencial.

El planteamiento anterior es reforzado por Katya Mandoki en su libro Estética y Comunicación de acción, pasión y seducción. Para ella todo acto de comunicación tiende un puente para llegar a los otros por alguna razón. La estética y la comunicación van íntimamente ligadas en un proceso que pretende seducir al destinatario, engañarlo, protegerlo, agredirlo o persuadirlo para impactar la sensibilidad del interlocutor.


4. El tema para nosotros es al revés como delimitar el
Papel del Arte en la producción de piezas de comunicación masiva, para medios impresos y audiovisuales. ¿Qué limites estéticos debe tener la producción de spot de televsión, spot de radio, afiche, vallas, mupis?

El papel del arte en la producción de piezas masivas no puede ser delimitado más que por el estilo y la estética de cada comunicador. Sin embargo, se puede caer en el peligro de querer decir mucho y fallar en el intento o viceversa. Para Mandoki tanto en el arte como en cualquier pieza comunicacional (spot, afiche, vallas) debería regir la Máxima de Relevancia en el Principio de Cooperación propuesta por el filósofo Paul Grice. El principio establece que si se va a decir algo es porque hay un acuerdo tácito de cooperación entre enunciante y destinatario, y que ese algo comunicado es relevante para ambos. Para Grice este principio se basaba en cuatro pilares:

De cantidad: Haz que tu contribución sea tan informativa como sea necesario.

De cualidad: Haz que tu contribución sea verdadera.

De relevancia: Sé pertinente, no digas algo que no viene al caso.

De manera: Sé claro, evita la ambigüedad, sé breve, sé ordenado.

Según Mandoki en la actualidad no todos los artistas respetan esta máxima y de ahí la razón de la decepción ante obras de arte que se exponen en museos y galerías pero que, en realidad, no tienen mucho que decir. El artista que sí las respeta tiene el puente de comunicación y logra transmitir a cabalidad para hacer ver u oír lo que está presente en su sensibilidad. Se alcanza poner al espectador en los zapatos del artista. Este mismo éxito es aplicable a los spots, vallas y otros medios que podrían delimitarse bajo la máxima de Grice y lograrían transmitir a cabalidad el mensaje publicitario.

Este es un ejemplo de una campaña de Unicef para crear conciencia sobre el abuso infantil en Sudáfrica. Para lograrlo creó una serie de piezas en las que muestran juguetes tratando de proteger a los niños que duermen. La imagen es acompañada de un copy claro y pertinente: Si no peleas contra el abuso Infantil, ¿Quién lo hará?

5. Es cierto que la comunicación también es Arte.

En el arte todo es expresión y en la comunicación es imposible suprimir su carácter expresivo, dado por su nivel pragmático, de uso real y vivo. Por lo tanto, la comunicación también es arte y este es conocimiento sensible. Al ser y tener conciencia de la existencia misma se vuelve necesario desarrollar las capacidades para pensar. Por consiguiente surge la necesidad de expresarse por diferentes medios. Cada uno de estos recurre a formas de conciencia estética propias de los seres humanos que, según Morales surge desde la esfera afectiva y s

e encuentra inmerso en los procesos de comunicación. La estética no está relegada al plano artístico ya que es parte de la vida cotidiana. Esto lo explica Mandoki al afirmar que en las relaciones sociales se establecen intercambios que no son sólo de bienes, información o trabajo. Existe otra dimensión desde la cual los sujetos se relacionan a nivel sensible entre sí y con los objetos comunes.

En una escala más elevada se tienen los procesos curatoriales, que según Astiasarán consisten en un proceso de investigación que busca generar conocimiento y entablar un diálogo entre las obras y las personas. En este proceso ineludiblemente existe comunicación ya que ese conocimiento debe ser transmitido a partir de una curaduría que en vez de expresarse por palabras lo hace por medio de las obras artísticas. Cada composición está hilada por códigos y un mensaje que será decodificado por el receptor.

º La foto principal es un foulard que vuela en un escaparate de Japón mientra una joven lo sopla. Esto fue realizado por Tokujin Yoshioka para Hérmes. Se trata de un escaparate interactivo y sensorial en el que el producto toma vida con los soplidos de un video de la joven.

º La última foto fue tomada el año pasado en ExCéntrico durante la exposición Después de Gutenberg.