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Las montañas se dibujan en el paisaje conforme avanza el bus sobre la carretera. Hay diminutas casas en las que de seguro, viven personas imperceptibles que caminan por vereditas que se borran en la memoria. Ella va escuchando música en modo random porque así el viaje es más entretenido. Elena prefiere escuchar el remix deItunes, en vez de los corridos y boleros que sintoniza el piloto del bus. Viaja sola y eso le encanta. Conversa con ella misma, lee algunos poemas y sueña despierta.

Faltan unos cuantos kilómetros para llegar a Quetzaltenango. Este año ha llegado a esta ciudad más veces que el resto de su vida entera. El ambiente frío la recibe con familiaridad y rápidamente se siente como en casa. Espera a que se baje la mayoría de pasajeros, toma su bolso y desciende para iniciar una visita exprés.

La calle la recibe con una corriente helada que la despeina antes de subirse al carro que la llevará al hostal. Ella le comenta a su amigo que esta no es la primera vez que visita Xela pero no ofrece más detalles. Luego de guardar sus cosas e instalarse en la habitación cuatro, sale junto a dos poetas para tomar un café.

Es extraño porque todo parece diferente de aquella ocasión en la que vino hace un mes para pasar unos días de vacaciones. Hoy hay alguien que la observa escondido detrás de cada ventana. Percibe un aroma familiar al doblar la esquina. A veces deja de participar en la conversación de sus compañeros. No puede evitar buscar ese ente que la escruta en una ciudad colonial paralela.

Por la noche leerá algunos poemas junto a otros jóvenes poetas que deambulan por la ciudad o afinan los últimos detalles de la velada. Elena trae consigo una libreta y una hoja con algunos textos seleccionados. Lo que ella no sabía era que también venía a pensar en él-ellos. A recordarlos todos.

Toma el micrófono para leer algunos versos. Poco a poco Elena relata de manera discreta la manera en que conoció a Joel y luego lo dejó ir. Ironías de la vida. La poeta que se refugia en las letras para olvidarlo, ahora se acuerda de él.

Hay una fiesta hipnótica que la captura durante algunas horas. Lorena se pierde en las animaciones reflejadas sobre la pared al ritmo de una música experimental. Loca. Alucinante. Luego recargan energías en algún bar para seguir bailando hasta que el cuerpo aguante. El suyo no mantuvo el paso de la jornada maratónica, pues debe partir muy temprano al día siguiente.

Cuando regresa a la habitación se despoja del traje de poeta. Se desmaquilla el rostro y se apresura para ir a dormir. No hay ninguna televisión en este cuarto. Si no fuera por ese detalle, juraría que es el mismo en el que ambos soñaron juntos. Hoy Lorena tiene una cama solo para ella. Se siente abrazada por una noción de fantasma. Hace algunas horas le preguntaron si ya había estado antes en este hotel. No supo mentir. Una sonrisa tímida antecedió al sí escueto.

La habitación es demasiado acogedora como para abandonarla a tan temprana hora. De hecho, cree que podría pasar todo el día sin salir e imaginar que se encuentra en una reserva natural. Pero debe cumplir con un compromiso en un lugar a cientos de kilómetros de distancia.

Mientras desayuna, procura saborear los últimos instantes que permanecerá en este lugar. Toma decenas de fotografías mentales antes de despedirse de nuevos y viejos amigos. Algunos engrosarán la lista de contactos agregados en facebook cuando se conecte. De eso no hay duda.

La visita exprés ha concluido. Elena aborda el bus de regreso a casa y observa las calles desde su sillón. Justamente ahora encuentra la razón por la que él se enamoró de este pueblo. Es una pena que haya sido demasiado tarde. Baja la mirada para continuar escribiendo algunas palabras en su libreta. Quizá cuando viaje de nuevo a Xela, Lorena pueda leer el poema que escribió cuando regresaba a la capital.

Hay veces en la vida en las que no te das cuenta que la corriente te lleva hacia una situación que te obligará a tomar decisiones. A poner cara seria, respirar profundo, darle play a la canción de Rocky y a entrarle con todo a lo que la vida te pone enfrente. Gozar cada subida y bajada. Todo el estrés, las peleas, las decepciones, las sesiones de lectura de poesía en la sala de la casa, las ilusiones creativas…
El jueves 10 de marzo por fin podré sentir un poco más livianos los hombros y decir meta superada. Aún no me creo que todo el proceso que empezó con reuniones inocentes en el Bar Central termine con la presentación de una antología literaria y un dvd.
Es imposible tomar todo y separarlo de la vida personal o la profesional. Muchas veces tuve que hacer malabares entre mis labores diarias en el periódico para salir corriendo a reunirme con jóvenes llenos de ansias por comerse al mundo. Al principio quizá construimos castillos de arena y queríamos hacer de todo. Los que lograban llegar a las reuniones aportaban sugerencias y de todos aprendí bastante. Muchos me inspiraron en sobremanera.
Luego estaba la universidad y el último año de clases en la licenciatura; el seminario; las respectivas reuniones de trabajo para hacer tareas… Hoy está la tesis. La vida sigue pasando y las etapas van evolucionando.
Cuando amanencí en Poesía Espiral era una mujer que creía estar soñando lo que estaba viviendo. Aterrizaba en una nueva perspectiva y afuera llovía. Tenía a unos chavos interesantes en la sala de su casa que eran examinados por dos señoras inspectoras de Adesca. Ahí estaban Gabriela Letona, Estuardo Mendoza, Manuel Tzoc, Telemind (Carlos Lucero y Juan Culebro). Todos hablaban sobre su poesía, sus videos y experiencia. A veces corríamos a la cocina para traer más café o azúcar. Pero esa era una excusa para intentar adivinar lo que las visitantes pensaban sobre nosotros. Ellas llenaban formularios y trataban de conocernos mientras muchos continuaban su rutina en la oficina. Esa fue la primer visita de evaluación que Adesca relizaba para determinar si el proyecto podría ser aprobado para recibir financiamiento del estado. El apoyo consistía en costear los gastos de impresión y publicación de un libro acompañado de un dvd.

«Un dos tres. Todo estará bien». Ese fue el mantra que repetí en esos primeros días, cuando de repente tienes que reconstruirte y encuentras un objetivo para aferrarte en ese nuevo ciclo. Un paso a la vez y un desafío a la vez se dice rápido. Pero ahora faltan 24 horas para llegar a un momento que deseaba siempre que me desesperaba. No es sencillo toparse con mentes algo cuadraditas o quejumbrosas chapadas a la antigua. Pero todo mejoraba cuando encontrábamos el soporte de personas que desde el primer momento creyeron en estos patojos.

Creo que la experiencia de coordinar el Proyecto Poesía Espiral y publicar Caleidoscopios Urbanos es algo que a todos los involucrados nos ha dejado lecciones valiosas. Conforme avanzó el tiempo todo se fue modificando y se sumó a la iniciativa Juan Pensamiento, que llevaba mil colores, energía, ideas. Gracias a él tenemos un relato conmovedor e ilustraciones muy urbanas que complementan los demás poemas. El resto de autores se integró después de algunas convocatorias o recomendaciones de amigos escritores. Las letras de Anna Cosenza, Numa Dávila, Andrea Grimaldi y Luis Villond completaron el paquete que teníamos con Gabriela Letona, Estuardo Mendoza, Pensamiento, Manuel Tzoc y yo.

La gestión cultural, editorial y audiovisual es algo que poco a poco aprendimos sobre la marcha. Creo que muchas cosas pudieron haber sido realizadas de una manera diferente pero ahora, ya estuvo. Estoy muy orgullosa y enamorada del resultado que presentaremos el 10. Quizá me pase de sentimental pero no importa.

Por eso le agradezco mucho a las personas que nos apoyaron:

Carmen Alvarado y Luis Méndez de Catafixia Editorial por su asesoria editorial.
Luis Villacinda por la chulada de portada
Carlos Salguero por la diagramación
Kathya Archila por la super postproducción audiovisual para el dvd
Telemind por las tomas visuales
Mafi por ayudarme con los procesos burocráticos contables
More y Mae por el apoyo moral
El Gordo por su apoyo en la presentación
Adesca
CREA porque lo llevarán a bibliotecas de Guate.
Familia
Etc.
Así que después de compartir mi sentimentalismo, los invito a que se den una vuelta el jueves 10 de marzo por la Alianza Francesa a las 7pm.
El libro Caleidoscopios Urbanos y el dvd El valle de la serpiente, que les comento con tanta ilusión y cariño estarán a la venta el día del evento.

En realidad, creo que el jueves sólo termina la primera parte de la experiencia caleidoscópica porque luego debemos mover el libro por todo el mundo.

El libro está disponible en Casa del libro, 5ta. Calle 5-18 Zona 1.

Pueden ver más información sobre el concepto Espiral y el libro Caleidoscopios Urbanos en el blog:
Entrevista en el canal 1850, programa Central Atómica
Nota en Magacín de Siglo 21
Nota en Prensa Libre



Para la banda, los artistas,
los amantes de la vida,
para vos
para usted(es).
y los que seguimos de pie.

Hay una senda polvorosa llena de escombros humeantes.
Si pones mucha atención, podrás escuchar las nuevas grietas que se forman con cada temblor.
La ciudad se cae a tus pies.
Seductoras llamaradas hipnóticas son capaces de calentar el asfalto con un solo golpe.
Pasan las horas como malabares entre policías y ladrones.
Nadie voltea a verte. Escapas de todos.
Logras llegar a tu refugio tras muchos vericuetos y saltos olímpicos.
Pero hoy la luna irradia nostalgia.
Merece un pensamiento lanzado al viento, que aún se resiste a la vaporosa derrota.
Las metas se agolpan una tras otra hasta formar una fila prometedora y desordenada.
Consignas.
Cuántas ganas de tantas cosas. Comerte al mundo en un bocado.

Te distraes en un suspiro. Bajas la defensa por un instante para dejar escapar una sonrisa. Misma que va dedicada para el Principito.

A la salud de un brindis con sabor a vino blanco.



En algunas salas de redacción se planeó la edición del Día del cariño desde el año pasado, pues trabajan con semanas de antelación para no morir en los cierres. Hay niños que buscan un regalo para el amigo secreto y otros prefieren esconderse debajo de la tierra para pasar de noche este 14. Luego estás tú y estoy yo. Nosotros; los que quizá tengamos una pareja o andemos volando solos. ¿Qué hacemos ante este carnaval de consumismo y melcocha?

Todos los años mi mamá buscaba un regalo para una amiga secreta con la que intercambiaría un detalle a la hora de recreo. Toda la clase se reunía para hacer el intercambio, después mi grupo de amigas hacía otro y por último en el bus compartíamos un pedazo de pastel. Llegaban los novios de varias estudiantes al colegio con sendos ramos de flores, peluches y cartas que les pasaban por la reja cuando todavía no había un muro perimetral. Cuando tuve mi primer novio, no les voy a mentir, estaba contentísima porque no había tenido un Día del Cariño con pareja. Pero la Ley de Murphy se encargó de que mi relación de adolescente terminara una semana antes del tan esperado día. La tarjeta que había hecho en el período de artes plásticas, como parte de una tarea inútil, fue a dar a la basura o le recorté el oso/Garfield/precious moment para usarlo en otra cosa. No lo recuerdo.

Con el paso del tiempo vino la época de vacas gordas. Creo que es justo decir que he tenido unos 14 de febrero muy bonitos. En realidad no recuerdo todo el cronograma de cada día. Pero sí tengo la certeza de haber pasado momentos geniales. Son esos pequeños detalles a los que me gusta llamarles Trascendencias diarias. Pero ese será tema de otro post.

También llegó el tiempo de las vacas flacas, por decirle así. Quizá caemos en ese error al pensar que no somos nadie si no tenemos a alguien a nuestro lado para pasar un día romántico. Nos aterra estar solos y nos deprime ver los peluches que desfilan por la oficina. La otra opción es vestirnos de Grinch que salió a pasear en febrero. Solo para abuchear a todos los enamorados que se topan por el camino. Pero haber. Paremos la música, dejémonos de cortar las venas con una tortilla tiesa y dejemos las caretas para después.

Creo que gastamos más energías en pasarlo mal y ser infelices, que en hacer lo contrario. No había caído en la cuenta de que el próximo lunes es el Día del Cariño, hasta que mi mejor amiga me pidió algunos temas como sugerencia para discutir en su programa de radio. Y así seguiré. Sin ponerle mucha atención pero alejándome de las escenas dramáticas cargadas de helados de chocolate y la tonada de Love Hurts de Nazareth. Pero eso sí. Me propondré tener un detalle diferente para todos los que estén alrededor. Quizá una sonrisa para alguien que no lo espera. Dulces o chocolates para todos. Hasta para esas personas cuyo nombre desconocemos pero que siempre están en la recepción. Custodiando la entrada del edificio, abriendo portones o con una mano extendida en el semáforo de la esquina.

Qué pasaría si en vez de buscar a alguien para que sea nuestro Valentín ideal, nos tomamos este y todos los demás días para llevar a cabo acciones que vayan más allá de comentarios en facebook o twitter. A veces no tenemos idea de cuán impactante puede ser un buenos días a la persona de la municipalidad que limpia la cuadra o un abrazo a nuestro hermanos. No es sencillo y cuesta salir de la zona de confort que trae consigo el Tacuche Grinch. Pero qué aburrido hacer todos los años lo mismo y sobrevalorar la cantidad de osos de peluche que desfilan por ahí.

Este primer mes del año ha sido un conjunto de días llenos de ajetreos burocráticos en la universidad y en otro proyecto del que tendrán noticias en las próximas semanas. En este retorno a la realidad al empezar clases de salsa y tener un tema de tesis para trabajar en los próximos meses, no cae mal un espacio íntimo con poesía pública. Tomar un café, un vinito y despedir el primer mes del año será un gusto si de postre hay poesía. Por mi parte habrán algunos textillos que ya han leído por aquí y otros que aún no salen a la luz 😉
Este sábado tendré el gusto de participar en una lectura en la que convergerán las voces de Guatemalacity y Panamá con las letras de David Róbinson. Marvin García, Pablo Bromo y yo nos sumaremos a la presentación.
Así que todos invitados a la Casa Roja el sábado a las 18:00m horas en la 3a. avenida 6-51 zona 1, Centro Histórico, Guatemala.

Las teclas suenan al ritmo de unas ideas que fluyen mientras el panameño Rubén Blades suena en el playlist junto a otras voces latinoamericanas. Todos los sábados empezarán con salsa cubana porque desde que estaba en el colegio, tenía muchas ganas de poder deslizarme como un trompo por la pista. En fiestas, kermesses o actos culturales observaba a otras personas bailando y envidiaba su elasticidad. La coordinación era impecable. Así que ahora decidí eliminar ese tópico en la lista de anhelos para convertirlo en realidad. Resulta que después de dos clases puedo decir que cada movimiento tiene su ciencia. No se trata de hacer pasos sin ton ni son. Hay un eje central, un punto fijo, conteos exactos y cientos de pasos por aprender. La instructora dijo el sábado pasado que siempre hay que ver hacia el frente. En cada sección del espejo encontrarás tu reflejo y es ahí a donde tienes que enfocar tu mirada. La postura recta y los hombros hacia atrás.

Este año eso es lo que haré. Veré hacia el frente porque aunque des cientos de enchufles (vueltas), en cada uno de los giros la mirada siempre debe regresar hacia delante. Claro que es difícil evitar distraernos con las piruetas de al lado. Sentir esa envidia normal porque los vecinos tienen algo que nosotros no. Ellos van con un ritmo distinto que no podemos alcanzar. Lo que a veces no comprendemos es que cada quien baila la canción con el estilo que desea.

No importa cuantas veces me enrede y pierda el hilo. Soy inmune a la vergüenza por ser una principiante. Todos. Absolutamente todos hemos estado en el nivel uno. Nadie nace con ningún manual instalado. Solo la práctica hace al maestro. Parece que es después de numerosas caídas que aprendemos a reconocer los lugares comunes. Esas secuencias erróneas que no nos llevarán a ningún lado. Muchas veces preferimos ignorar los tropiezos anteriores. Pensamos que no volveremos a caernos aunque repitamos la secuencia equivocada una y otra vez. Lo que cambia es la pista y la canción. Pero seguimos empeñados en darnos de frente con el mismo error.

Este año tengo una certeza. No quiero regresar a los ciclos torpes que se repiten como movimientos desafortunados. La falla en el sistema ha sido detectada y por eso será evadida. Frecuentar otros lugares y rodearme de nuevas personas, eso viene por añadidura.

Algunos me han dicho que parezco una muñeca.

Delicada y pequeñita.

Pero eso no implica que puedas jugar conmigo.

También me quiebro.

Sufro.

Lloro cuando me duele el alma.

Trato de caer de pie como lo hacen los gatos.

Para que nadie note que esta muñequita se cansó de saltar.


A la hora de recreo y en algunos períodos de clase en el colegio solía filosofar con K acerca de las denominaciones del tiempo. «Hoy podría ser domingo, al igual que viernes o lunes…» Un día es un conjunto de horas en las que el sol ilumina de igual manera antes de que salga la luna sobre el firmamento. «Son como pequeñas cajitas que organizamos según lo que querramos hacer»…

El VeinteDiez nos regaló 365 cajitas llenas de alegrías, sorpresas, muchas decepciones, lágrimas, ilusiones, temores, éxitos, declaraciones, enfrentamientos y muchas otras emociones o acciones más. Quizá en alguna de esas cajitas hay más pucheros que sonrisas. Rencores sobre alegrías. Si pudiéramos tomar cada una de ellas para revisar su contenido, qué es lo que nos gustaría encontrar. Al hacer un breve repaso y ver hacia atrás, me doy cuenta que hubo varios momentos llenos de incertidumbre y dificultades. El reencuentro con el pasado o los resbalones al afrontar ciertas decisiones también forman parte de la vida y tirar la toalla no siempre es una opción. Pero sí puedo decir que aunque las montañas sean muy altas, no son inconquistables. Esa fue la enseñanza que me dejó Chicabal, una escalada que me llevó a mi primer cumbre. Casi como tocar el cielo estrellado. Así que no hay que bajar la cabeza. Al contrario, a lucir las cajitas negras con la frente en alto porque somos sobrevivientes. Lo logramos.
También hay otras cajitas llenas de sonrisas y estrellitas en la frente. Son esos momentos que hay que saborear. Son tan fugaces que, cuando cerrás los ojos, ya pasaron. Pequeños detalles o grandes victorias que equiparan la balanza con los otros a los que Bunbury les dedica Una canción triste. Desde aventuras urbanas al ritmo del dancehall, exámenes privados ganados, una primicia en el diario, entrevistas a tu compositora favorita, expos, fotos, Xela, el Centro, Espiral, lecturas poéticas, pensum cerrado, carcajadas, abrazos miles,eclipses totales, amores fugaces e intensos, conocer a Korn, Perrozompopo, Bunbury 3D, Syntek en el puerto, cafecitos,vinitos…
No me queda más que agradecer a todas la personas que fueron parte de este VeinteDiez. A quienes estuvieron desde el primero de enero y a quienes poco a poco se fueron sumando hasta formar parte importante de mi vida. También a los que ya no están pero que dejaron muchas cajitas llenas de magia, música, bromas, sonrisas…
Ahora me esperan otras 365 cajas que archivaré en bajo el código VeinteOnce. También hay otras esperándolos a ustedes. La manera en la que las llenarán queda a su discreción. Pero recuerden que nadie más va a hacerlo por ustedes. Este es SU año. Que este 2011 sea la oportunidad para tomar el toro por los cuernos. Dar el todo por el todo. Nadie más puede vivir por nosotros. Por eso no nos dejemos llevar por el qué dirán, por los temores, inseguridades, la comodidad de las zonas de confort… Vivamos con intensidad y a gozar los pequeños detalles. Soñemos cosas imposibles para hacerlas realidad en un mundo donde hacen falta soñadores.
Paz. Abrazos y sonrisas mil.
Mis mejores deseos para este VeinteOnce
Para empezar el año…
Foto familiar tomada por mi hermano Juan L. Cantón.


Escribo estas líneas mientras espero el eclipse total de luna que inaugurará mi cumpleaños 24. Veinticuatro. Para muchas de las personas que me rodean en el trabajo y en algunos círculos de amigos, esta cifra es apenas la de una nena. «Todavía estás chiquita» es una frase que, en realidad, me he cansado de escuchar. Por eso me agrada cuando me junto con el club de los 24 (un grupo muy VIP de amigos que se conformó cuando todos teníamos 22). Aunque siempre me he sentido a gusto con los Freaks (el mejor grupo de amigos que me ha dejado Siglo 21) y otros amigos que hasta casi me podrían doblar la edad. Pero eso es lo de menos.

Cuando era pequeña y estaba en el colegio siempre deseaba haber nacido en cualquier día de enero hasta la primera semana de octubre. A todas les celebraban el cumpleaños a la hora de recreo, les cantaban el pastel y era una gran fiesta. Luego llegaba diciembre y todo eran convivios y vacaciones. Los papás de mis amigas del colegio ya no podían llevarlas a cualquier fiesta porque había muchas colas, tenían que hacer compras o algún convivio. A mi también se me olvidaba y era feliz con las reuniones familiares. Mis abuelitos, tíos y primos siempre llegaban a comer pastel, mis hermanos revoloteaban por ahí y los amigos de la colonia también llegaban. Mi cumpleaños siempre me ilusiona. Recuerdo que mi primer teléfono celular me lo dieron por la mañana, mis papás me despertaron con una llamada. Mi mamá también me regaló un sudadero negro. Años atrás me despertó con una muñeca que me fue a saludar. No lo recuerdo por los objetos materiales, sino porque me sentía especial. Esos abrazos y las palabras de mis papás me llenan mucho.
Pero este año estaba un poco desilusionada. No quería celebrar nada y me molestó que siempre todos los años los convivios interfirieran en mis planes. Que la mayoría de mis amigos tuviera compromisos previos y una agenda casi llena, que las colas y que todo. Algunas amigas me preguntaban casi todos los días los planes de mi celebración y no quería pensar en eso. Estaba ocupada con cosas de la U, de un proyecto, el trabajo… En fin. Tampoco quería celebrar con algo grande porque luego tenía que llamar a todos o mandarles la invitación en facebook y la mayoría ya iba a tener planes.
Luego el pesimismo se me fue quitando y quise salir a celebrar por la ciudad. Bailar, sonreír, brindar y cantar como loca que era mi fiesta y que gritaba si yo quería. Y así fue. Desde un pequeño pastel en la oficina hasta el fin de semana que pasé con diferentes amigos. Esa suma de pequeños detalles forman un bonito 24. Desde aquí gracias a todos por ser parte de las postales.
Ahora bien, la verdadera ilusión vino el domingo. La idea se dibujó clara en mi mente. «Cómo no has de estar contenta si cumples años en la misma semana de Navidad; del nacimiento de Jesús. Eso es ser afortunada». Una sonrisa grandota se dibujo en mi rostro y por eso veo a mi alrededor y me encanta tener un árbol navideño cerca. El nacimiento en la sala y esta energía de preparación.
Decidí que quería cenar con mi familia y compartir con mis papás y amigos. Hace una semana mi papá conversaba con nosotros en una sobremesa y me dijo «si vos ya estás grande, ya son 24». Sí. La nena ya está grande. Claro que todavía le faltan un montón de experiencias por acumular y de las cuales deberá aprender. Por supuesto que todavía no ha pasado por ciertas circunstancias pero he vivido otras que muchos no vivirán. Eso no invalida este momento. Soy grande porque el año pasado no tenía la experiencia que adquirí en este 2010. Todos los años de mi vida han sido intensos. Cada uno a su manera. Le agradezco mucho a Dios porque poco a poco me voy acercando a varias metas que quiero cumplir y otras ya no están en la lista de Pendientes. También porque los tragos amargos, y vaya que he tenido varios, han sido más leves a su lado. Sigo aquí. Lista para lo que escribiré en este nuevo cuaderno en blanco.
Así que por último quiero compartir con ustedes una pequeña lista Veinticuatro:
  1. Cerrar la licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Un año cargado de actividades y con un seminario que costó ganar. Ahora queda pendiente la tesis, la cual me ilusiona un montón y espero completar para graduarme en el 2011. Acompañada de SuperMafi todo fue un poco más fácil.
  2. Haber ganado el examen privado de la carrera técnica de Periodismo en la Usac.
  3. La participación en la lectura Poecléctica y la clausura del Festival de Poesía Callejera en Quetzaltenango.
  4. La conquista del volcán Chicabal. Además del esfuerzo físico y el orgullo de haber recorrido tantos kilómetros y mil gradas, el cielo desde el volcán no tiene precio. Creo que me espantaron un par de veces jeje y los tropezones de la bajada fueron algo feos. Pero nunca había visto tantas estrellas y todas tan cerca. Abrazar el cielo.
  5. Quetzaltenango en enero. Lindas caminatas y visita a Vanushka.
  6. Quetzaltenango en octubre para mis vacaciones. Mafi, Jean Luca e Ingrid las hicieron geniales. Entre menú vegetariano, escaladas a volcán, hitch hiking, música y galletas.
  7. Quetzaltenango en noviembre en la lectura. La poesía y Xela son una combinación maravillosa.
  8. El viaje en camioneta parrillera y busito con Mafi rumbo a Quetzaltenango en octubre. Mismo trayecto pero diferente transporte en noviembre. Aunque el paisaje es el mismo siempre hay algo nuevo desde la ventana.
  9. El taller de Curaduría del Centro Cultural de España.
  10. El taller de Poesía para Armar de los amigos de Catafixia en el CCE… Las discusiones y los nuevos amigos.
  11. La adquisición de Falco Sparky. 😀
  12. Los primeros viernes del mes con Morena en la ciudad. Pensándolo mejor, cualquier aventura con Morena a bordo 🙂 #ylachelaque , confidencias, pictóricas, la maga, el siglo, el gtalk… La amistad.
  13. Smothie de mango, &Café o cualquier café con Mae. Hermandad bonita. Los chats con Kathya y por saber qué es lo que nos pasa al decir Aló.
  14. La entrevista con Kany García para Siglo 21. No todos los días conoces a la compositora de las canciones que te han acompañado en los momentos más difíciles…
  15. La cobertura del concierto de Calamaro. Purificación musical al máximo.
  16. Korn. Un sueño de adolescencia cumplido al fin. Salté, moshé y fui feliz.
  17. Poesía Espiral. Un reto que aún no termina pero que pronto saldrá a la luz.
  18. Mi familia. Mis hermanos y mis papás son geniales. Mis abuelos una lección de vida. Mis primas unas princesas todas. Mis primos lindos. Mis tíos los mejores.
  19. Los amigos que siempre estarán ahí. No matter what. Fernando. Kathya. Juanpi. Ale.Mafi.Mae.Morena. y todo el crew que siempre anda por ahí.
  20. Los pequeños detalles.
  21. Café, café, café.
  22. Gilmore girls, Breakfast at Tiffanys y las películas cursis que adoro ver. Siempre reconfortan cuando crees que ya no hay nada más gris en tu día.
  23. Música! Ximena Sariñana sonó bastante junto con el Gordo, Bunbury, Calamaro, Korn, Tool, Perrozompopo, Café Tacuba, Zoe, Damien Rice, Soundtrack de Once… Cada una a su modo junto con otras canciones más. Hip Hop, Cumbia Reggae, Dancehall no podían faltar… Pd. La cumbia ES la salvación. 🙂
  24. POESIA. Cuando ya nada puede ir peor, unas líneas son suficientes para llenarte por completo y humanizar un poco más el mundo. Lo mejor de este año fue la poesía en sus diferentes expresiones. Textos, libros, pequeños detalles, el cielo despejado, la lluvia que te rebalsa por completo, las trascendencias diarias.
El soundtrack de esta entrada es un himno. Una canción que al igual que El viento a favor, siempre me conforta. Gracias muchas a la persona que me la mandó por correo…

Actualización. El eclipse sin duda me deja sin palabras. Un agradecimiento enorme al cielo por darle esta energía a mi cumpleaños. Gracias Dios.

Quisiera escribirte mil versos iluminados lejos de la solemnidad.

Expulsar por la ventana estas formas acartonadas y perder la cabeza por tu amor

Permitir que la luna llene mi alma de cumbia

Bailar con El Supermán toda la noche para salvarme de tu recuerdo

Dejar de ser la roca que golpea las olas

Ahogar las penas en la cu-cu-cumbia mientras busco una cadenita

Perderme entre mi remix musical de zapping global

Despojarte la cotidianidad

Imaginar a tu lado seis cosas imposibles antes del desayuno.

Robarte mil sonrisas para colocarlas en una vitrina.

Sin tantita pena.

Vuelve a creer. Déjate caer.

Gritemos todos juntos para que después no duela tanto.

Quitémosle el sentido a las palabras. Prohibamos las bonitas que endulzan oídos incautos. Esas que pierden el eco en tu silencio.

Apúrate.

Ven antes de que sólo nos queden las ganas y la idea de una promesa se resbale por mi piel.

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