No tengo nada que decir. Levanto el auricular y marco tu número. Luego de siete segundos de espera, me contestas con un simple “alo”, te saludo y me percato de que esta llamada fue en vano porque no hay nada que te pueda decir. Ni a ti o a el mundo.
Quizás sufro de pereza mental crónica o hay una sequia de palabras. Aunque platico de temas tontos, por dentro me arrepiento de haber levantado el auricular.
Finalmente pronunciamos las palabras de despedida y cuelgas el teléfono para continuar con tu vida, mientras yo sigo sentada en este sillón negro, sin saber qué decir.
Todo fue previamente pensado y por ende, expresado. Sonrío.
Acaricio la posibilidad de haberme quedado vacia.
Las agujas del reloj de 9.99 me indican que es hora de ir a dormir, asi que me dirijo hacia el baño para lavarme los dientes. En el camino me topo con mi mamá e intercambiamos algún saludo de buenas noches.
Ya en mi cuarto, enciendo el radio y luego la lamparita negra en la mesita de noche al lado de mi cama. Sobre la mesita también está mi cuaderno, justo como le dejé horas atrás.
La idea revolotea en mi cabeza y hasta me provoca una sonrisa. Es necesario dejar una prueba y redactar el pensamiento sobre las líneas azules del cuaderno. El lápiz termina de delinear las letras que en conjunto expresan todo y a la vez conforman 5 palabras:
No tengo nada que decir.
Lucía León
Escritora, poeta, comunicación
Yo creo que siempre tenemos algo que decir, pero al final sabemos que vale la pena no decirlo. En fin, tecnisismos 😀
El texto es de hace como tres años y lo retomé hoy… Creo que se adapta. Toy desganada, cansada, enojada… Pero ahorita la fase es sin saber que decir jeje.
Saludos !
ajam. yo he estado ahí también.
Qué feo… Yo hace un montón no visitaba estos lares.. saludos!
y este post amiguita??? desganada, cansada, nada más??? todo bien??