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Perfiles


Un verdadero artista responde cada noche a su vocación cuando durante el día se ve obligado a trabajar para sobrevivir. Lo demás son pretextos. Eso aprendí durante la entrevista/conversación con Javier Payeras.  Una de esas charlas que te alimentan e inspiran. El artículo y las fotos fueron publicadas en la revista Avant, en febrero de 2013. Se las comparto a continuación.

«Hay días en los que el mundo se viene encima y las tragedias se cuentan por decenas. Los periódicos son el registro del desencanto. Las ganas de salir corriendo aumentan mientras que la confianza se agota. Justo cuando todo parece irse a pique, hay quienes escogen por apostarle a un estilo de vida menos derrotista. Ese es el caso de Javier Payeras, quien ha optado por pelear contra el desaliento. El campo de batalla se libra desde la literatura y la gestión cultural. Quizá para la mayoría de personas, esa lucha parezca ser una causa inútil. 
Pero también se vale creer que la esperanza es lo último que se pierde. Durante una entrevista en un café ubicado a las inmediaciones del Centro Histórico, Payeras prefiere aferrarse a la posibilidad de ser un tragaluz en esta cotidianidad capitalina al citar a Woody Allen y creer que no todo el mundo se corrompe, pues hay que tenerle fe a la humanidad».

Stranger 13/100

Una inauguración de una exposición es un universo de personalidades que contrastan entre sí y que, de alguna manera, cumplen con ciertos patrones comunes en cada evento. Llegué a Del Arte al Niño para ver las obras que se expusieron y también para darle cobertura al evento junto a Jorge, el fotógrafo de la revista. Íbamos caminando para el elevador y nos topamos con un grupo de jóvenes que, a juzgar por su apariencia, podrían ser estudiantes de arte o cualquier otra carrera humanística. Entre ellos iba nuestra Extraña 13 quien llamaría mi atención más adelante.

Desde hace unas semanas alguien me preguntó por el proyecto de los 100 extraños y eso me hizo reflexionar en las razones por las que no seguí tomando los retratos. No tengo excusas y eso era lo que le estaba comentando a Jorge después de haber terminado nuestra cobertura. Debido a que había dejado mi cámara en el carro, él me prestó la suya para no quedarme con las ganas de tomar una foto. Vi alrededor y justo enfrente estaba ella platicando con sus amigos.

Me acerqué y les expliqué sobre el proyecto y otras cosas que no vienen al caso. Este es el resultado de la mini sesión que improvisamos en el lobby de Zona Pradera. Lamentablemente olvidé escribir su nombre pero quizás eso le da más misticismo al retrato. Me llamó la atención por su actitud y su look. Es una chica muy dulce y espontánea que salió corriendo minutos después para ir a un after de la expo junto a su grupo de amigos.

Esta foto forma parte del proyecto 100 Strangers: www.flickr.com/groups/100strangers/

Galería en Flickr: http://www.flickr.com/photos/66820999@N08/sets/72157629238432909/

Otros extraños: http://lucialeongt.blogspot.com/2012/11/extrana-02-olga-la-lectora-triste-en-la.html
http://lucialeongt.blogspot.com/2012/12/extrano-05-emanuel-el-vendedor.html
http://lucialeongt.blogspot.com/2013/01/cata-la-chica-que-queria-cruzar-la.html

Ella tiene 22 años y sueña con poderse inscribir en la universidad para estudiar un profesorado. Quiere reunirse con un familiar en Estados Unidos pero sus padres no le han dado permiso porque es mujer. Las demás chicas de su edad invierten su tiempo en los telares artesanales de la región y en unos talleres impartidos por la Asociación Paz Joven Guatemala. Gracias a estos encuentros ellas se han familiarizado con los conceptos de enfoque de género y la lucha por la no violencia contra la mujer.

Fue gracias a esta organización que conocí a Cata, pues en noviembre tuve la oportunidad de impartir un taller sobre la Comunicación Comunitaria y la Radio. En esa oportunidad me enfrenté a un grupo de mujeres deseosas por aprender pero demasiado tímidas para preguntar. Ella fue la única que no se quedó callada. Tenía la mirada de esas personas que meditan la información que reciben para luego lanzar una pregunta al aire. Sus inquietudes iban enfocadas al desarrollo de la comunidad. Le inquietaba la idea de hacer un programa en el que se le enseñara a la población a hablar español, pues su idioma nativo es el Quiché.

Decidí dedicarle un post porque me enseñó a abrir más los ojos. Verán, el problema de ser una mujer originaria del área urbana, es que ese entorno puede encapsularte en una burbuja. Sabemos que hay otras poblaciones y que Sololá es el departamento donde está el lago Atitlán o que en Panajachel y San Pedro la Laguna son los mejores lugares para ir de vacaciones. Pero muy pocas veces amplíamos la burbuja hacia las realidades paralelas. La de Cata es la de una nueva generación de mujeres que cobra más conciencia sobre sus derechos. Que quiere replicar sus conocimientos en un pueblo donde los varones se dedican a la agricultura o emigran en búsqueda del sueño americano. Su hermano es un agente de la policía que vive en la capital y además es el orgulloso dueño de una tortillería. Su familia es integrada por 9 personas y dos de ellos viven en Estados Unidos. Es gracias a las remesas que  puede atreverse a soñar con un título universitario y que puede darse el lujo de desatender los telares de su madre para dedicarle un día al taller de comunicación.

El día que conocí Nahualá fue uno como cualquier otro. El pueblo se alistaba para la feria local. Los trabajadores municipales remozaban el parque y los más jóvenes se paseaban como fantasmas alcoholizados por todo el pueblo. Aquí los tumulos son del tamaño del mundo pero las jóvenes como Cata van más allá. No sé si logró inscribirse en la universidad o si logró convencer a sus padres para que la dejaran viajar con un coyote. De lo que sí estoy segura es que mujeres como ella son las que construyen un mejor futuro si cuentan con las herramientas necesarias. Y por eso la coloco en mi galería de los Extraños.

Las persianas de los locales comerciales están abajo. Los peatones caminan presurosos para tomar las últimas camionetas que los alejarán del centro y los acercarán a casa. Mientras todo esto sucede, yo me dispongo a cenar junto a un par de amigos en uno de los restaurantes del sector. Escogemos uno con un balcón hacia la avenida para observar a la gente que pasa caminando. Lo usual al seleccionar sitios como este es que los comerciantes informales se acerquen a vender tarjetas, diademas, artesanías y cualquier otro accesorio. Así que no es de extrañar que algunas personas nos ofrezcan artículos que rechazamos con un amable no, gracias.
Uno de los vendedores que se acerca a nosotros es Emanuel, quien llama mi atención por el respeto con el que se dirige a cada interlocutor. Podría asegurar que hay un dejo de timidez en el tono de su voz. Nos muestra un gafete de identificación y un repertorio de tarjetas coloridas con leyendas cursis. Emanuel nos relata que es VIH positivo. Su misión nocturna es recaudar dinero para apoyar al mantenimiento de operaciones del Hospicio San José, un establecimiento donde se atiende a niños y adultos VIH positivo. Le compramos un par de tarjetas y es entonces cuando me animo a solicitarle cinco minutos de su tiempo para tomar una fotografía. Durante la sesión, me comenta que aún le falta pasar a otros restaurantes porque no ha llegado a la meta del día en ventas. El viento frío sopla sin piedad por las cuadras de una ciudad que poco a poco se queda vacía. Los únicos rincones alegres son aquellos donde la fiesta apenas inicia. Es ahí donde Emanuel se acercará con una mirada tímida para ofrecerle tarjetas a los parranderos empedernidos. 


Pd. La fotografía fue tomada en marzo de 2012 y escribo este post el 01 de diciembre. Hoy es el Día Internacional de la Lucha contra el VIH-Sida, por lo que creo que también es un post oportuno para recordar que las cifras en Guatemala son alarmantes. La desinformación en las áreas rurales es alta y nosotros podemos marcar la diferencia al informar, educar y prevenir. También considero oportuno dejar a un lado los estigmas y dejar de discriminar a los pacientes con VIH positivo.


Esta foto forma parte del proyecto 100 Strangers en Flickr: www.flickr.com/groups/100strangers/

STRANGER 02/100 Extraña 02/100
La luz de las diez de la mañana se confunde con la iluminación de las lámparas de Starbucks. El lugar es un búnker aislado del típico bullicio capitalino. Las ideas parecen estar suspendidas. Duermen durante un día cualquiera. Olga permanece ajena a las señales mudas que hacen los policías de tránsito del otro lado de la ventana. Prefiere hojear el periódico y perderse entre las noticias. Al observarla detenidamente, cualquiera podría darse cuenta que no es ajena a la información que recibe en cada página. Aunque su rostro permanece serio y distante, su mirada transmite tristeza. Hay una taza de café en la esquina de la mesa que aún no ha sido probado.
La energía de los meseros podría contagiar a cualquiera de entusiasmo. Sin embargo, Olga es inmune a cualquier distracción. La seriedad con la que gobierna su metro cuadrado llama mi atención desde el primer instante. Decido contrarrestar mis nervios y acercarme para preguntarle si puedo tomar su retrato. Pareciera como si despertara de un largo sueño y apenas me pone atención. No conversamos mucho, por lo que la sesión es breve y algo accidentada. Recordemos que esta es la segunda fotografía que le tomo a una persona extraña, por lo que debo parecer profesional aunque por dentro los nervios ganan la batalla poco a poco. Transcurren cinco minutos desde mi primer acercamiento. Le agradezco por haber accedido a ser la Extraña 02 en este proyecto. Se voltea para seguir leyendo el periódico y yo me marcho con la captura de la tristeza de Olga, la lectora en la cafetería.   
La foto es parte del 100 Strangers Project: www.flickr.com/,groups/100strangers/ http://flic.kr/p/bqN5o4

¿Recuerdas cuando los periódicos nacionales titularon sus portadas con el deceso de la elefante Mocosita?
La muerte de la popular paquiderma que residía en el Zoológico La
Aurora fue lamentada por muchas personas. Pero, ninguno se sintió tan
triste como Pablo Chicol. Su trabajo como Jefe del Departamento de
Jaulas le permitió compartir con la elefante durante sus últimos
instantes. Aunque han transcurrido cuatro años desde que falleció, su
voz se torna nostálgica cuando lo describe como uno de los momentos más
difíciles de su profesión. Su mirada se pierde entre los matorrales al relatar los acontecimientos: «Ya no podía permanecer en pie y buscábamos algo para que no estuviera bajo el sol. La situación empeoró en la noche y al día siguiente nos llamaron para darnos la mala noticia».

Afortunadamente el oficio de Pablo también le ha dado gratas
satisfacciones. Una de ellas ha sido poder velar por el bienestar de los
animales que maravillan al público. Hay detalles que pasan desapercibidos para los visitantes que se ríen
con las ocurrencias de los monos o se asustan al ver a los tigres.
Pablo está a cargo de un equipo conformado por 30 personas se encargan
de atender alguna emergencia o cerciorarse de que no les falte nada a
los inquilinos. De alguna manera el zoológico es su segundo hogar. Debido a que ha pasado la mitad de su vida cuidando a los animales de
este lugar, es capaz de reconocer sus estados anímicos y de recordar
los nombres de la mayoría de ellos.

Temprana claridad
Mientras hay quienes pasan toda la vida buscando su vocación, Pablo
al alcanzar la mayoría de edad, ya había decidido que se aventuraría en
el arte de cuidar animales salvajes. Tenía 21 años cuando empezó su
carrera como limpiador de jaulas. El primer reto que debió enfrentar fue
el aseo de los recintos de jaguares, osos, tigres, pumas y el de la Mocosita.
Pablo recuerda haber sentido mucho miedo al estar frente a frente con
la elefante. Respiró profundo y le habló con un tono de voz firme para
que le permitiera realizar la limpieza.
Sin imaginarlo, ese sería tan sólo el inicio de una entrañable
relación. Con el paso de los años, Pablo adquirió mayores
responsabilidades y aprendió a dominar el arte de la observación para
determinar si una especie se siente deprimida o alegre. Él se toma su
trabajo muy en serio, por lo que su imaginación nunca se detiene.
Además de la limpieza de los recintos, también debe buscar nuevas
alternativas para estimular a los animales. Es por eso que unas ramas de
árboles recién podados, pueden parecerle útiles para transformarse en
juguetes de los monos araña. También prepara helados o piñatas de carne o
frutas que luego son repartidos en jaulas determinadas. Pablo se
preocupa con especial esmero por cada uno de los animales a su cargo.
Confiesa que le gustaría que su hijo siga sus pasos, por lo que se hace
acompañar de él los fines de semana y lo involucra en la alimentación de
los animales más pequeños.

  • Lecciones de un cuidador
    Serenidad y paciencia

    La frase de Kaliman “Serenidad y paciencia, mi
    querido Solin” se convirtió en su lema. Atender las emergencias diarias y
    trabajar con animales que no pueden expresar lo que desean puede ser
    abrumador para cualquiera. A eso se le suma el estar al frente de un
    equipo de treinta personas que deben velar por el bienestar de cientos
    de animales

    Lúdico enriquecimiento

    Imagina que todos los días debes hacer lo
    mismo y que no hay distracción de algún tipo. Lo más seguro es que al
    cabo de una semana, termines aburrido o deprimido. Esa es la misma
    lógica que Pablo aplica al cuidado de animales, por lo que procura
    darles incentivos o juguetes que despierten su curiosidad.

    Respeto a los animales

    Su espalda luce el recuerdo de una pelea entre dos
    cebras. El macho atacaba a la hembra y justo cuando Pablo quiso
    defenderla, este le mordió el chaleco. El incidente no fue tan grave
    pero le recuerda que jamás debe confiarse de los animales. Un error
    inocente puede ser fatal cuando las emergencias tocan a la puerta.

 Este artículo fue publicado en la Revista Magacín de Siglo 21 (23/09/2012) Link: Un día en la vida de.
Fotografía de Andrés Vargas

El automóvil nos dejó frente al portón de una casa que, desde afuera, se veía muy similar al resto de casas que puede haber en las áreas residenciales de Guatemala. Asemejaba una gran fortaleza, la cual debía ser franqueada por una fotógrafa y yo. Bromeábamos un poco para espantar los nervios que corroían los pasos. Estábamos a punto de entrevistar a una persona que, según alguien en la oficina, tenía muy mal humor. Se trataba de Manolo Gallardo, un prolífico pintor guatemalteco cuyo nombre figura en los anales de la historia del arte.

Después de unos cuantos minutos de espera, se asomó a la puerta un señor canoso y vestido en un jumper amarillo. Nos invitó a pasar adelante y a seguirlo en un camino custodiado por algunas esculturas de mujeres voluptuosas. Subimos por unas gradas de caracol y llegamos a una habitación de donde se escapaban las notas musicales de una sinfonía clásica. Su estudio albergaba diferentes obras en proceso y varias torres de discos compactos. Lo esperamos por unos instantes, pues caminó hacia su habitación para cambiarse de atuendo.

El pintor guatemalteco nacido en 1936 regresó al estudio para mostrarnos una nueva escultura en la que estaba trabajando. Su inspiración partía de Neytiri, la protagonista de la cinta Avatar. Tras observarla cuidadosamente, nos sentamos para iniciar la entrevista con quien se propuso modelar un busto para honrar la memoria de un buen amigo. La amistad entre Gallardo y el escritor Mario Monteforte Toledo inició después de una función en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias. A partir de ahí surgió un lazo que los llevaría por buenos momentos, alegatos pasajeros, incluso, un viaje en búsqueda de una empleada que le hurtó medallas y reconocimientos a Monteforte.

“Sólo aquí se mantenía. Andábamos de arriba para abajo cuando no peleábamos”, recuerda Gallardo mientras observa las pinturas y retratos que cuelgan alrededor de la habitación. Ambos defendían férreamente su posición, pues compartían un carácter fuerte y terco. En una ocasión, mientras Monteforte se entrevistaba con Gallardo para redactar un libro sobre su trayectoria, el escultor le dijo: “Te voy a hacer una tu cabeza”. Esa sería la manera en la que le agradecería el texto. Pero nunca se imaginó que el amigo moriría antes de que pudiera ver cumplido el ofrecimiento.

La diferencia de edad no hiso mella en la estrecha relación que llegaron a forjar. Toledo, quien nació en 1911 y fue un prolífico hombre de letras con una intensa actividad intelectual, estaría cumpliendo cien años en septiembre. El literato falleció en 2003 y fue a mediados del año pasado que Toledo retomó su compromiso, pues desea rendirle tributo a la memoria de su amigo. Sin embargo la tarea no fue sencilla. Él mismo asegura ser un pintor y no escultor. “He pintado 55 años y hasta hace dos que me dedico a la escultura. De unas 3 mil pinturas que he hecho nada más hay 15 esculturas”, añade el autor de obras que han sido consideradas controversiales tras sus publicaciones. Bajo su pincel han pasado trazos que delinean las curvas femeninas de diferentes musas retratadas en pinturas que no le dejan nada a la imaginación.

Al dar un vistazo por su estudio es posible reconocer parte de ese legado artístico, pues tanto sus esculturas como los óleos, llevan implícitos detalles curvilíneos femeninos. La conversación también se extiende por experiencias personales como instructor ad honorem en la Escuela de Artes Plásticas, donde ha entrado en contacto con la nueva generación de artistas.

La sesión de fotos transcurre con naturalidad; él sugiere poses o lugares y la fotógrafa retrata la realidad con su lente. Minutos después, Toledo nos muestra parte del resto de su casa. En su dormitorio hay algunos retratos infantiles y un tensiómetro sobre su almohada. Dejamos la música opera atrás para bajar al primer nivel y observar los lienzos que cuelgan sobre los sillones de la sala. Estamos a punto de partir, cuando nos ofrece dos ejemplares de unos libros que recopilan su trayectoria en el campo de pintura. Los toma de unas cajas que guarda en el comedor y escribe una dedicatoria en la primera página. Nos despedimos para retomar el resto de faenas diarias en el periódico y publicar esta nota mañana por la mañana.

Nota publicada en Siglo 21 de Guatemala AQUI