Browsing Category
Archive

La madrugada del sábado 9 de julio de 2011 no fue una como todas las demás. El sueño se me quitó de repente cuando vi un mensaje en mi celular: «Vos durmiendo y Guatemala convulsionada, mataron a Facundo Cabral en el Trébol! Ahorita«. Atontada por la somnolencia, me acerqué a un televisor y ahí estaban las primeras imágenes de una noticia que no podía terminar de creer. Fue ese tipo de eventos que nunca te imaginas que puedan pasar y una especie de vergüenza se comenzó a apoderar de mis movimientos. Sentí una pena inmensa por mi país. Cualquier ápice de autoestima que pudiéramos tener, nos lo arrebataron en ese brutal ataque. Vulneraron las garantías de vida de un defensor de la paz y un ciudadano mundial. Hoy, a menos de una semana del hecho, las investigaciones arrojan sorprendentes y prontos resultados. Los órganos de investigación sí buscaron las imágenes en las videocámaras ubicadas en los sectores aledaños y, oh sorpresa, ya hay dos capturas. Si esa eficacia se aplicara a los cientos de asesinatos al año, los delincuentes quizá no se habrían animado a cometer el crímen de esa manera porque hubieran tenido un disuasivo.

Pero en ese momento, la incertidumbre y la congoja eran las sensaciones más latentes. El embajador argentino intentó consolarnos al decirnos: «No podemos culpar a los neoyorquinos por la muerte de Jhon Lennon. Los guatemaltecos no mataron a Facundo Cabral». Pero eso no me podía quitar la vergüenza. Es cierto que no debo avergonzarme por los malos hechos de otras personas. Pero sí me da una una pena enorme mi país con cero garantías. Me avergüenzo de la falta de liderazgo; de la dejadez y de la manera en que todos nos hemos acomodado. Claro, todos nos indignamos en el Twitter o Facebook y pedimos cambios, nos reimos de aspirantes a presidentes o candidatos a alcaldes. Pero, y después? ¿Qué estamos haciendo en nuestro verdadero campo de acción: La vida real?

Ese fin de semana tenía asignada una cobertura a un festival de arte que pretendía revitalizar un espacio urbano tras convertirse en cuna de bares, peleas, balas perdidas y una cultura durmiente. Quizá fue mucho pedir que al llegar yo esperara un moño negro y un pronunciamiento oficial porque el tema del evento Todos 4rte era «Así queremos vivir». Promulgaba un espacio de convivencia pacífica, libre locomoción, respeto a la vida y expresión artística. Entonces, mi razonamiento fue: Si hoy amanecemos con esta noticia, esto es importante. Basta ya. Así ya no queremos vivir. Seguro algo dirán… El mundo se conmociona desde la madrugada y aquí algo debe suceder.

Es de aplaudir la iniciativa de una muy buena amiga que se movilizó para ir a buscar a dos trovadores de reconocida trayectoria y organizar un tributo al final de la tarde, como parte del festival. La nota sobre ese emotivo tributo la pueden leer en este link: Entonan tributo de despedida. Pero junto con eso, esperaba un planteamiento más contundente y algo acorde al tema del festival, que por cierto, por ratos me pareció superficial.

La hipótesis anterior la comprobé al escuchar el comentario de una persona que decía: «Logramos que a la gente se le olvidara algo tan negativo como lo de Facundo Cabral porque estuvimos en un espacio pacífico; lejos de la violencia y la política». Aunque apoyo que todos debemos luchar por alcanzar un país seguro y sin violencia, no creo que eso se logre viviendo en una burbuja. Esa fue la sensación que me dejó ese comentario y la experiencia de caminar por las instalaciones del evento. No me malinterpreten, creo que se rescatan varias obras de los artistas que a mi parecer, transmitían mucho más la idea del festival, que el evento en sí. También ciertas estampas, tales como las de tres agentes de la PNC entrando a una galería para ver pinturas. No discuto eso. Pero también supe de una artista a la que le robaron una pieza que instaló al aire libre . (Para leer la nota hagan click aquí)

¿Cuál es el discurso de fondo que llegó a los asistentes? No es posible abanderarse con el arte cuando, a mi parecer, los organizadores no tienen conciencia o noción de lo que pasa alrededor y sus dimensiones. Sería algo así como poner los pies en la tierra. ¿Cómo esperamos un cambio si generamos burbujas de Aquí todo está bien? Muy bonito poner stands ecológicos o pedir material de desecho para reciclar. Chilero ver a los niños haciendo esculturas con botellas de plástico y calidá leer mi poesía el domingo por la tarde. Pero si no hay un sustento de fondo, se queda en una iniciativa del montón. En un distractor como los partidos de fútbol. En un marketing para levantar un área donde ya no hay ningún local comercial porque la gente dejó de llegar. Ahora planean colocar apartamentos cercanos y generar un lugar de desarrollo tecnológico.

Guatemala sigue convulsionada y lo más seguro es que permanezca de esta manera. Una amiga me preguntaba qué pensaba y esto forma parte de todo lo que me ha pasado por la cabeza, a partir de ese fin de semana. Sigo sintiendo indignación porque al presidente le preocupe investigar un caso de alto impacto para no quedar mal internacionalmente. Cuando hay muchas muertes que quedan en la impunidad y el olvido. Si se usaran los mismos recursos de inteligencia, otra sería nuestra historia.

Tenemos que despertar. Aunque no podemos investigar nosotros o ir a limpiar todas las instituciones para sacar a los corruptos, podemos propiciar un cambio en nuestro campo de acción. Ser más conscientes y tener un juicio critico. Salir de nuestra burbuja de confort y construir desde donde podamos, un lugar mejor. Evangelizar o ser motor de cambio. Ser valientes y seguir el modelo de vida de alguien que se atrevió a vivir con amor y a dejar ataduras. Ser coherentes con lo que profesen y dejar las tintas medias. Evitar la corrupción y la mediocridad donde estemos. Exijir, pensar, juzgar, señalar. Despertemos todos juntos.

Llegaron de repente y sin aviso los surcos en el rostro. Las hebras plateadas enmarcan su mirada perdida. Los pasos apesadumbrados se abren camino entre el eco de carcajadas infantiles. Del otro lado del espejo se diluyen las piruetas que atentan contra la gravedad y desafían los desmanes autoritarios. Sobre la mesa descansan un par de marcos fotográficos oxidados y unas gafas rotas. Los periódicos de ayer están apilados en columnas de papel para su habitación. Esta es la última fortaleza que se erige sin miedo frente al olvido en una ciudad donde lo que no se quiere, se mata.

Este es el segundo microrelato con el que participo esta semana en el concurso de Los Buc Buc. Esta semana todos los participantes deben escribir un microrelato de 100 palabras con la frase en el título. Para leer el resto de historias o si este les gustó y quieren darle Like, agreguen a Los Buc Buc en Facebook 🙂


El corazón se contrae en un impulso.

Las imágenes se transforman en un ente abstracto a través de la ventana.

La duda nos asalta por unos instantes;

estamos a punto de empezar la odisea de dejarse caer entre burbujas galácticas.

Los colores cada vez son más intensos en esta lluvia repentina.

Entre las manos se despliegan rebosantes atardeceres estereofónicos.

Anémonas de luz marcan el ritmo cada noche antes de que cerremos los ojos.


Se miraban detenidamente, como tratando de reconocerse. Clavaban su mirada en ese punto donde las palabras sobran y los gestos faltan. Él examinaba lentamente esos rizos dorados que antes comparaba con amaneceres sobre la almohada. Ahora se plantaban frente a él con pequeñas decoloraciones que revelaban una raíz negra. Ella buscaba la frase adecuada para tragar el dolor que oprimía su garganta. Las ganas de besarlo se habían esfumado para darle paso a las ganas locas de salir corriendo. El romance se escurría por la rendija de la puerta pero ninguno quería decir la última palabra.


Con este microrelato participé esta semana en una convocatoria lanzada por Los buc buc. Cada semana se deben escribir diferentes microrelatos de 100 palabras, que comiencen con frases específicas. Si les gusta o quieren seguir de cerca esta interesante convocatoria, pueden buscarlos en Facebook y votar por este relato o los que se vengan, al darle I like. Los primeros lugares serán premiados con espacios de lectura en Filgua y una publicación virtual.

Link al fb de Los buc buc

En lo personal, me agrada esta iniciativa. Porque más allá de concursos de popularidad, nos da la oportunidad de retarnos a nosotros mismos y conocer más plumas virtuales.

PD. Además estrenamos nuevo look gracias al header diseñado por The Solrack. Gracias!



¿Has sentido como a veces hay alguien que te acompaña a donde sea que vayas? ¿Has volteado a ver hacia un punto específico para saludar a un viejo amigo o retomar alguna conversación? Pues el otro día me reuní con una amiga mía a tomar un café. Antes de empezar con su relato, me pidió encarecidamente que no la considerara esquizofrénica o una loca empedernida. Le prometí que jamás podría pensar algo parecido y tome el primer sorbo de la taza.

Desde pequeña siempre imaginaba que una pequeña niña patinaba a su lado en el bus del colegio. Saltaba por las copas de los árboles para luego continuar el camino por calles y avenidas. Quizá era su inventiva la que le hacía ubicar a jugadoras extra en el partido.

Luego pasaron los años y una tarde ella estaba sentada en un amplio jardín. Trataba de concentrarse en unas oraciones, cuando de repente, alguien se sentó a su derecha. En vez de asustarse ante la presencia de esa persona, sintió que un amigo vestido de blanco llegaba a saludarla. Poco a poco entablaron una larga conversación, de la que ahora recuerda pocos detalles. “¿Ves esa hoja que cayó sobre el suelo? Pues yo ya sabía que caería antes de que lo hiciera. Nada pasa sin que yo lo sepa, por lo que no debes tener miedo. Siempre estaré ahí”. Esa es la única certeza que ella mantiene en su mente.

Una voz femenina le recordó que era momento de regresar a las actividades del retiro religioso y reunirse con las demás compañeras del colegio en un salón. Se puso de pie y empezó a caminar junto a ese viejo amigo. Él caminó hacia otro lado cuando ella se reunió con sus amigas. Sentía una energía en su pecho que la hacía respirar cada vez más rápido. Le parecía que en cada inhalación, su ser iba a explotar. Había algo que la llenaba a más no poder. Un poco confundida, se formó junto a las demás estudiantes y observó un animalito que volaba en el centro. La maestra le preguntó qué era lo que le pasaba pero un torrente de lágrimas interrumpió la primera frase. No eran lágrimas de tristeza, pues sentía alegría al compartir la experiencia que acababa de tener.

Hubo algo que cambió para siempre a partir de ese momento. Con el paso de los años, ella se sorprendía conversando con alguien que se presentaba a su derecha. Incluso podía reírse con su interlocutor. En varias ocasiones escuchó algunos regaños o llamados de atención para mejorar su comportamiento.

Llamé al mesero para que me trajera otra taza de café y le pedí a mi amiga que siguiera con el relato. Nunca antes me había compartido una historia similar, por lo que mi interés aumentaba con cada palabra. Ella proseguía con las anécdotas con una tranquila sonrisa.

Una de las ocasiones que recuerda haberse sentido acompañada, fue durante el descenso de un volcán por la noche. Debido a su poca condición física, ella había quedado rezagada en el camino. En voz baja elevaba algunas plegarias al cielo para sentirse más calmada. La improvisación había provocado que se encontrara en pleno volcán sin linternas o abrigo adecuado. Mientras iluminaba sus pasos con la tenue luz de un teléfono celular, percibió que alguien más se sumaba a la marcha. Ella hasta le reclamó su tardanza y le comentó lo difícil que había sido para ella avanzar en ese reto. Rieron un poco, observaron las estrellas y se sintió abrazada.

Pero la travesía apenas empezaba y después de varios sentones, sus tres amigos y ella al fin llegaron a la carretera. Alguien les informó que a esa hora ya no pasaba ninguna camioneta por el lugar. Por supuesto que le reclamé por no haberme invitado a escalar hasta la laguna de Chicabal en Quetzaltenango y le regañé por no haber calculado el tiempo necesario para tal hazaña. Era momento de pedir otro postre y cambiar el café por un chocolate caliente. La corriente fría del día nos abrazó cuando un comensal abrió la puerta del restaurante.

Las piernas le temblaban al reiniciar la caminata por la autopista a kilómetros de su casa, en la capital. Unos muchachos pasaron a su lado y les aconsejaron buscar un bus o caminar más rápido porque por la noche, los aldeanos desconfiaban de cualquiera que pasara caminando por ahí. A los pocos minutos, pasó un microbús que les ofreció un aventón y gracias a ello pudieron avanzar un tramo. Al bajarse, le hicieron señales a otro bus que pasó pero el piloto no quiso detenerse. Un poco desesperanzados, observaron a unos bolitos que se acercaban hacia donde ellos esperaban. Al mismo tiempo se asomó un pick up blanco que detuvo la marcha. Un señor bajó la ventanilla para preguntarle a ella y sus amigos si necesitaban ayuda. Fue así como se acomodaron en un pequeño sillón, junto a una familia que los llevó sanos y salvos hacia la cabecera de aquel departamento.

Ya emocionada con lo que ella me contaba, le pedí que me compartiera otra anécdota. Pero esa fue la más clara que recordaba. Al ver la hora, nos percatamos de lo tarde que era. Pedimos la cuenta y empezamos a despedirnos. Me comentó que el resto de ocasiones simplemente percibe a un copiloto mientras conduce el automóvil o un compañero que escucha sus divagaciones cuando camina por la calle. A veces, toma el café con ella en la terraza del edificio donde trabaja. Es cómplice de sus ocurrencias y también le jala las orejas de vez en cuando. Nunca escucha voces. Pero sí distingue ideas o tiene la noción de encontrarse con un viejo amigo que siempre tiene la palabra exacta para cada situación. Sólo es cuestión de poner atención y saber escuchar.

La banda sonora de tu vida puede estar definida por muchos géneros que se identifican con momentos específicos en la línea del tiempo. Ayer inicié un reto con una de mis mejores amigas. Se trata de compartir durante 30 días una canción que, de acuerdo a diferentes categorías, exprese un poco acerca de nuestra personalidad. Con este post inauguro mi participación en el reto. Si lo quieren seguir pueden buscar en Twitter: #30songchallengegt.

Día 1: Canción Favorita de todos los tiempos

Para escoger esta canción me remonté a mis años de adolescencia, cuando viajaba en el bus con un par de audífonos en la cabeza. En esa época encontré a una banda que aunque no escucho todos los días, siempre ocupará un lugar privilegiado en mi playlist. Se trata de A Perfect Circle. Me encantan todas. TODAS sus canciones e incluso tengo un disco con sus temas versionados en cuerdas. Como una linda orquesta sinfónica.
La canción que escogí es 3 Libras porque refleja muchos momentos de mi vida en los que literalmente sentí que nadie me veía. Quizá nunca lleguemos a ver por completo la totalidad de la personalidad de quienes están a nuestro alrededor. Tal vez sea muy difícil comprendernos por completo los unos a los otros. La letra es como un refugio para mí y además representa las primeras metáforas y figuras poéticas que me hipnotizaron y me acompañaron cuando escribía.

Día 2. La canción menos favorita.
Esta es una opción difícil porque es muy sencillo irse por géneros que nunca nos han gustado. Después de darle muchas vueltas al asunto, decidí que iba a ser la canción que siempre cambiara cuando empezara a sonar. Ya sea porque la letra es muy rebuscada o porque la música simplemente no hace click conmigo. Pondré tres canciones en esta categoría y están ordenadas de la menos peor a la totalmente menos favorita.

Maradona
No se si es porque no me gusta el fútbol o la desilusión por encontrar que alguien como Calamaro no haya sido más creativo al escribir una canción dedicada a uno de los ídolos de este deporte. De cualquier manera, un tache para una canción que encuentro aburrida y poco propositiva.

Barbie Girl
Una letra que quizá quiso hacer una propuesta sarcástica de la cultura de consumo pero no termina de convencerme y la vocecita de la chava es tan odiosa.

Amor del bueno
Detesté esta canción desde que escuché el principio de la letra. Vamos, si le queremos decir a esa persona especial que nuestro amor será del bueno, por favor, no la comparemos con mantequilla.
Además la canción es super lenta y repetitiva.

Mañana en el reto:

  1. Día 3. Una que te haga feliz


Ahora que has terminado la taza de café y me miras en silencio, te diré que hay algo que debo confesarte.

Reconozco que a veces peco por ser demasiado independiente.

Hace mucho tiempo me canse de jugar a las princesas que esperan su rescate. La vida me enseñó que cuando estás sola, las letras mayúsculas hacen más dramático tu nuevo estado.

S-O-L-A es una palabra que poco a poco comienza a tomar la forma de tu sombra. Se convierte en una zona segura con recursos anti paranoicos. Las letanías de convencimiento emocional se repiten frente al espejo. Claro, eso sucede sólo si te armas de valor y decides enfrentarte a ese reflejo que te observa impávido.

Poco a poco vuelves a ser tu amiga. Descubres que es posible darte la vuelta para jugar con esa sombra. Hasta buscas un poco de hilo para volver zurcirla a tus pasos. Pero eso sí, la lección debió haber sido aprendida y nunca más serás una señorita en apuros. Esta sociedad no está hecha para las vulnerables. Así que tomas un poco de repello y escoges los ladrillos más coquetos para construir algunas defensas. Lo que casi nadie sabe es que muy en el fondo, hay una niña que juega a esperarte(los).

Ella insiste en buscar estrellas de colores y en cazar a los duendes que escondan sus cosas. Yo le digo que no hay tiempo para coleccionar estrellas. Mucho menos, para abrir investigaciones al mejor estilo CSI New York y dar con el Duende a Rayas que nos observa en la ventana.

Y ahora aquí estás tú. Con una taza tibia entre las manos y tu mirada fija. Con esas coincidencias que me dan seguridad pero a la vez me inquietan. ¿Será que es posible que puedas comprenderme en este lenguaje sin palabras? La niña me jala el pelo y me empuja de la silla. Trato de disimular para no caerme de boca en tus brazos, pues todo debe estar bien. Me dan ganas de invitarte a coleccionar estrellas y a diseccionar los colores de cada día.

Suspiro y me termino la bebida con la vista reposada en una campanita. El mesero trae la cuenta y nos levantamos para seguir con nuestra jornada. La nena nos sigue de cerca. Va muy entretenida sacudiéndose el polvo que le cae en la cabeza. Su atención se detiene en una pequeña grieta que va asomándose en mi espalda.

Cuando era una niña que cursaba la primaria recuerdo que a veces me acomplejaba un poco porque me escogían para ser la abanderada o sacaba notas altas en las materias. Llegó un momento en el que lo que yo quería era pasar con un bajo perfil porque mis compañeras me tachaban de creída o nerda. No me gustaba eso. Una vez cuando le comentaba a mi mamá esta situación y le explicaba el por qué había rechazado ser la abanderada de quinto primaria, ella me dijo algo que nunca se me va a olvidar. «Eres la hija de dos personas muy inteligentes. Entre los León y los Cantón el único resultado solo puede ser mejor y por eso vas a ser inteligente, buena y muy pilas». Esa frase me hizo sonreír para luego secarme las lagrimas y sentirme orgullosa por llevar esos apellidos.
Los años pasaron y la época dorada en la que ostentaba con orgullo la bandera del colegio o la de Guatemala quedó atrás. Las materias comenzaron a ser más difíciles, pues siempre me han costado las áreas científicas del pensum. Ella se proponía encontrar los mejores libros de apoyo para sentarse a revisar las tareas de química o preparar el terreno para cuando llegara mi papá. Él se disponía a resolver a mi lado los teoremas de Pitágoras o descifrar la Ley de Newton cuando terminaba de cenar. Pero yo no era la única con tareas indescifrables en la agenda. Mis hermanos también aparecían con grandes retos que ella debía resolver. Fue así como un día fuimos en búsqueda de un carpintero que le vendiera unos pedazos de madera para que mi hermano mediano armara una repisa el día antes de la entrega final.
Su instinto de búsqueda fue perfeccionado en Google y no hay información que no pueda encontrar. Fue de esa manera como descubrió que uno de los maestros de mis hermanos era un embustero y se había plagiado un examen final de la guía de curso de un colegio privado. Por si eso fuera poco, el profesor había copiado el índice de una página que se burlaba de Wikipedia y todo lo que mencionaba era falso. Mi mamá, armada de valentía y sin un pelo en la lengua, llegó a buscar al director con pruebas en mano para desenmascarar a ese maestro.
¿Han coleccionado momentos o memorias? Entre las que más me gusta recordar cuando estoy triste es un abrazo que ella me dio en el patio de la casa. Todos han sido maravillosos. Pero ese tuvo algo de particular y, quizá porque yo estaba en medio de una crisis de adolescente, lo valoré más. En realidad, atesoro cada momento. Como cuando de repente aparecemos todos bailando por las gradas, conversamos cuando vemos televisión y mi papá nos pide que hablemos más bajo o cuando nos burlamos de la vida entre los cinco. Debo confesar que ahora me da celos la computadora porque por las noches se conecta y solo mira telenovelas. Aunque también confieso que me encanta que esté tan conectada y no haya barreras tecnológicas. Todo lo encuentra y todo lo sabe. Si una mamá es capaz de encontrar un objeto perdido en la casa, Google le ha dado todo un nuevo Universo de búsqueda. Nunca falla.
«¿Qué vas a hacer cuando ya no vivas aquí?» Me pregunta cada vez que le pregunto como me veo. Yo le respondo que para eso estará el Skype y que todos los días le consultaré mi outfit antes de salir a la calle. Sospecho que cuando eso suceda, la llamaré todos los días y no me iré tan lejos para mantenerla al día. Una vez una niña me reclamó que por qué le contaba todo a mi mamá. «Si es mi amiga»… le decía yo.
Todos los días cuando salgo y me enfrento a esa bestia llamada ciudad, trato de recordar quien soy. Me esfuerzo por ser paciente, tener fe y sacar una sonrisa al igual que ella. Por no pasarme de lista y respetar las normas como lo hace mi papá. Por no defraudar o engañar como me enseñó él. A no avergonzarme por lo que puedo llegar a hacer y a estar orgullosa porque allá fuera en el mundo, soy la hija de A. Cantón de León y J.M. León. Nada malo puede salir a partir de la unión de dos personas tan maravillosas. Aunque también cometen errores como cualquier ser humano, me han dado lo mejor.

Feliz día a todas las madres que lean este post y, en especial a la mía.

En un contexto que desde el comienzo de los tiempos se ha caracterizado por ser machista, ciertamente la mujer ha luchado por dejar atrás los cuadros de antaño para revitalizar a la sociedad. En los albores del Siglo 21 todos tenemos claros que la mujer tiene derechos al igual que el hombre y que es capaz de cumplir con diversas tareas y profesiones porque no es un objeto ni símbolo sexual. Todo eso lo tenemos muy claro. En lo personal, no me declaro a favor de extremos muy feministas que anulen al hombre o viceversa. Apoyo la igualdad de condicio
nes y creo que con solo decir: «Las mujeres primero», ya hay discriminación. Si queremos democracia, tiremos una moneda al aire. Pero ese es otro tema y no quiero desviarme.
Empiezo mi post de esa manera porque después de haber asistido a dos certámenes de belleza, concluyo que estos eventos son machistas y sexistas. Presencié la elección de Miss Guatemala 2010 y Miss Latina Guatemala 2011. Aunque si las participantes en pleno uso de su libre albedrío escogen participar, pues también está bien. Eso sí, que lo hagan con completo profesionalismo y puntualidad. Como un trabajo que debe estar bien hecho, pues también tiene su arte el modelaje. Quisiera saber si en otros países como Venezuela, Brasil, EE.UU., México o Europa, los organizadores pueden citar a los medios a una hora y empezar 90 minutos después.
En el caso de Miss Guatemala fueron como 3 horas de espera, cuarenta minutos o más de pausa entre cada punto del programa y la coronación al filo de la una de la madrugada. Ignoro si el atraso es porque las modelos llegaron tarde al hotel para empezar a alistarse o si los jurados no han terminado de maquillarse. Lo que sí creo es que como organizador, puedes ponerte el cinturón y ser muy claro en cuanto a la puntualidad. Citar a una hora específica a las participantes y descalificarlas si llegan tarde. ¿Por qué será que los ingleses sí tienen la puntualidad bien definida? ¿O es algo que ya traemos en los genes y por eso la Hora Chapina sigue marcando la pauta?
A partir de la última cobertura a uno de esos eventos, decidí compartirles el lado B que los televidentes nunca llegan a conocer. Mi intención también es trasladarles esos detalles para que su evento sea un éxito y no muera en el intento. Así que aquí van los Hints que resumen mis notas al pie de la página tras la cobertura:

1. Lo que todo conductor debe saber es que el micrófono amplifica la voz. Para ello, se ayuda de diversas bocinas y el sonido es modulado para que el público escuche lo que la persona al micrófono quiera transmitir. Por favor, no griten. Quizá es el estilo del conductor o una moda mal adoptada por la mayoría. Si el público está sentado cerca del escenario, no es necesario elevar la voz. Pareciera que conducen un partido o una lotería.
2. A todos los que quieran llevar la batuta por primera vez ante la audiencia, reciban clases de conducción, dicción y gramática. Practiquen su lectura y revisen el guión. Eviten gritar aunque la emoción sea muy grande. Si ponen atención en lo que dice el guión y conocen las reglas básicas de la gramática, evitarán graves horrores en el lenguaje. Aquí algunos ejemplos:
«Quiero compartirles de que esta velada es muy especial. Porque se elige a una persona muy especial que sabe de que tendrá una gran responsabilidad».
De que… No es una forma adecuada. Es una muletilla después del verbo y queda terrible.
«Queremos compartir nuestro amor y reconocimiento a través del escenario».
¿Acaso el escenario era muy especial por tener sensores electromagnéticos o vibras telepáticas de amor?
«Quiero llamar en este escenario a la concursante/ llamo en este escenario…»
La forma correcta es: Quiero llamar a este escenario. Porque la participante no está todavía ahí.
«… A quien le pido un fuerte aplauso»
O era un ataque de egocentrismo o la conductora no sabía que la forma correcta es: Para quien pido un fuerte aplauso. La participante debía recibir el aplauso del público y no darlo a la conductora.
Esas fueron las frases memorables. Pero todos mezclaron artículos femeninos con sustantivos masculinos, inventaron palabras, entre otras cosas.
3. La decoración y la iluminación. Sin importar el presupuesto, procure que todo esté a la altura de las circunstancias. Ilumine a las modelos que caminan por la pasarela. Sobretodo cuando despiden el reinado y pasan por última vez frente al público que un año atrás la coronó. Cerciórese de la calidad del pegamento o adhesivo con el que coloca sus adornos. Puede ser que se desprenda y la corona quede torcida a la mitad del certamen.
4. Público, querido público. Si asisten a un estadio y quieren apoyar a su equipo, lleve cualquier artefacto que pueda servirle para que su jugador favorito escuche la porra hasta la cancha. Pero las vuvuzelas, que fueron creadas para el estadio, no debieran ser permitidas en un salón de hotel. Durante toda la ceremonia se escuchaban más que los conductores, que además gritaban porque claro, sentían que nadie los escuchaba.
5. El glamour. No termina de asombrarme como la mejor muestra de apoyo es desbaratar la garganta porque no llevo una vuvuzela para soplarla desde la tercera o décima fila.
6. Atención al programa y a la cantidad de jueces. Cada persona en un evento es importante y si se incluye dentro del programa, lo mejor sería que no se les olvidara presentarla ante los asistentes. Dos personas se quedaron vestidas y alborotadas porque los conductores pasaron al siguiente punto, sin reparar en que ellas no habían pasado al escenario para saludarnos. El error fue enmendado varios minutos después. Pero no se reparó el daño. No pudimos apreciar los vestidos o la sonrisa de las damas.
7. Combinación y accesorios. Creo que aquí también entra el glamour. Si debemos incluir a nuestros patrocinadores y combinar joyas con vestuario, somos afortunados por contar con esos recursos. Pero muchos vestidos se hubieran lucido más si se hubieran acompañado de alhajas menos llamativas o en una tonalidad que quedara mejor con el conjunto. Un buen tip sería ver Fashion Police en E! para conocer los aciertos y desaciertos de las alfombras rojas o pasarelas.
8. El baile. Quisiera saber por qué uno de los elementos a calificar es la manera en la que las modelos bailan cuando empieza el certamen. Las coreografías podrían ser bonitas pero se pierden al tercer paso cuando están todas desganadas y sin coordinación. La historia sería distinta si los actos fueran más coordinados y los movimientos se realizaran con completa seriedad y entrega. Fuera las medias tintas.
El ánimo de este post es para compartir detalles que debilitan los eventos y le restan potencial. Si todos dejaran la «hora chapina» atrás y se tomaran en serio el horario, no tendrían al público durmiendo o a periodistas desesperados porque vamos, es tarde. Estamos trabajando al igual que ustedes. No es un horario de oficina. Si nos citan a una hora y llegamos a tiempo, lo mínimo y por respeto, es empezar cuando la aguja grande marque el momento.
Las observaciones para los conductores van con ánimos de exigirnos más a nosotros mismos. Yo tengo muy claro que no podría hablar frente al público, a menos que haya ensayado muchas veces o tenga un buen guión. Si vamos a dar ese salto y probar nuevas ocupaciones, preparémonos mejor. Así representamos a nuestro país con profesionalismo y entereza. No con gritos o incoherencias gramaticales.
Felicidades a las finalistas y a la ganadora del certamen. Éxitos en todo. No cualquiera se para ahí, modela, mantiene una dieta o se ejercita, sonríe y asume ese trabajo como estilo de vida. Hay muy buenas modelos y yo vi a chavas muy lindas que sí me sacaron la sonrisa.
Info del sitio oficial que organiza Miss Guatemala Latina: http://bellezasdeguate.com/

Ella era conocida por la sazón de sus guisos y los deliciosos postres que consentían el paladar de tres niños. Durante más de una década ella trabajó en la casa de una familia dentro del promedio de la normalidad. Los padres salían a trabajar y los niños se quedaban estudiando y retozando en casa. En las reuniones familiares nunca falta quien la recuerde entre carcajadas y añoranzas. Ese es el efecto que la nostalgia causa en los recuerdos. Las fotografías siempre muestran los momentos felices.
Miriam cruzaba la calle todas las noches para llegar a la caseta del parque, donde vivía con el guardia de la colonia en la zona 7. Ignacio regresaba de las rondas nocturnas y ambos construían castillos antes de salir a la realidad del día siguiente. Dicen las señoras del barrio que don Ignacio sí era un vigilante completo y derecho. No se le pasaba ni un solo ladrón. No es como en estos tiempos, que los guardias hasta son amigos de los criminales y los dejan entrar a cualquier colonia.
Tanta efectividad no le dio a Ignacio la capacidad de ser invencible. Una tarde una persona alarmada llegó a tocar el timbre. Al guardia lo habían atacado en un callejón hasta matarlo. Aunque mi abuela quiso ser discreta, Miriam logró escuchar la noticia. En un segundo su mundo se puso de cabeza y la vida como la conocía se terminó. Las lágrimas no tardaron en salir junto con los gritos de dolor que mi abuela trataba de contener. Después del sepelio Miriam no volvió a ser la misma. Los niños que estaban bajo su cuidado crecieron e irremediablemente dejaron el hogar.
Cuando cumplí quince años recibí un regalo de su parte que consistía en cremas, polvos y perfumes. Recuerdo que la etiqueta era azul y el aroma no estaba nada mal. Siempre preguntaba por mi cuando veía a mi abuela o la llamaba por teléfono. Debido a que crecí escuchando su nombre en las reuniones familiares, no se me hizo nada extraño que me enviara un obsequio. Lo relacioné con la estrecha relación que entabló con mi mamá y sus hermanos. Creo que mi afecto por ella surgió a través de las historias que contaban mis tíos. Además, ella se encargó de cuidarme cuando era bebé mientras mis papás hacían malabares entre la universidad y el trabajo. Han pasado veinticuatro años desde aquellos días en los que mi mamá pasaba a dejarme a la casa de los abuelos para que Miriam me cuidara.
Pero había un detalle que yo ignoraba. Hace unos días llamó mi abuela justo cuando empezaba a ver Charada. Es mi última adquisición fílmica y pertenece a la lista “clásico/fashion/audreyhepburn/comedia”. Le puse pausa al dvd para conversar con ella y contarle lo que habíamos hecho para la cena de Año Nuevo. Luego me pidió hablar con mi mamá y, como no estaba, me contó a mí la noticia. “Probablemente no sepas quien es ella”, fueron las primeras palabras con las que empezaba el enunciado. Al escuchar su nombre fue como si decenas de historias se presentaran vívidas frente a mis ojos. La imagen de las cremas Aquarium fue la primera en llegar. Un malestar en el estómago la tomó por sorpresa y posiblemente fue causado por un cáncer no detectado a tiempo. Mi abuela no tenía toda la información médica pero sí una certeza. Miriam había muerto en las vísperas navideñas.
Un silencio antecedió a la historia de Miriam, según la recordaba mi abuela. Yo ya sabía que era una excelente cocinera y que había sido la novia de un jardinero. “También le encantaba cuidarte. Ella me dijo que habías sido su salvación”, añadió. Lo que yo no sabía era que a Ignacio lo mataron poco antes de que yo naciera y Miriam entró en una gran depresión. Un día llegó mi mamá a pedirle que me cuidara por las mañanas y ella rápidamente aceptó. Me cargaba en su espalda mientras limpiaba la casa, jugaba y sonreía conmigo. Miriam le explicó una vez a mi abuelita que yo había sido su salvación porque se encontraba en un momento muy difícil de su vida. Al pasar la mayor parte del día con una nena, se distraía y poco a poco salía de la depresión.
La conversación terminó con una reflexión sobre la vida y la urgente necesidad de disfrutarla. De decirle a tus seres queridos cuanto los quieres. “Yo también te quiero mucho abuelita”. Colgamos.
Quise retomar la película y luchar contra un cúmulo de sensaciones que venían e iban. Mis papás llegaron a los pocos minutos y le conté a mi mamá. Ya, sin pena. Dejé caer unas lágrimas y ellos comenzaron a contarme la historia de Miriam, según la recordaban. La película siguió en el televisor pero no le puse atención.
Page 5 of 28« First...45671020...Last »