“El porvenir se nutre de fuegos temerarios”
Isabel de los Ángeles Ruano
Quizá el mundo podría acabarse en la arena naranja.
Pasa a
mi lado una bolsa plástica blanca y a lo lejos observo una envoltura de
tortrix.
Flotamos junto a la basura.
Esta
playa está sucia, sucia de nosotros en esta arena negra que se impregna en mis
dedos.
Un niño se enreda
entre mis piernas.
El fuego recorre la
espuma.
Esta es
una pequeña soledad.
El mar se quiebra en destellos fugaces.
Solo quedan cenizas volcánicas.
Aterrizan los cometas.
Las olas son cada vez
más violentas.
Golpean mi espalda, me empujan de regreso hacia la orilla.
Los reflejos se los lleva el mar.
Rueda una pelota que baila traviesa entre las olas.
Me rindo
ante el cielo partido.
Tanta inmensidad no cabe en mi
cabeza.
El sol se quiebra en la arena.
Astillas doradas dispersas en la espuma
de fuego.
Pasa a
mi lado una bolsa plástica blanca y a lo lejos observo una envoltura de
tortrix.
Flotamos junto a la basura.
Esta
playa está sucia, sucia de nosotros en esta arena negra que se impregna en mis
dedos.
Un niño se enreda
entre mis piernas.
El fuego recorre la
espuma.
Esta es
una pequeña soledad.
El mar se quiebra en destellos fugaces.
Solo quedan cenizas volcánicas.
Aterrizan los cometas.
Las olas son cada vez
más violentas.
Golpean mi espalda, me empujan de regreso hacia la orilla.
Los reflejos se los lleva el mar.
Rueda una pelota que baila traviesa entre las olas.
Me rindo
ante el cielo partido.
Tanta inmensidad no cabe en mi
cabeza.
El sol se quiebra en la arena.
Astillas doradas dispersas en la espuma
de fuego.
Foto: Andrés Asturias, de la serie Arena Negra.