Opinión

Construyendo mi habitación propia

Hoy otro contingente de
hormigas intentó entrar a la cocina. Parece que se cuelan por la ventana del baño y desde ahí desfilan hasta la sala para encontrar alguna miga
que puedan robar. Como no pienso darles tregua, me coloco en posición de ataque y, tal y como lo hace el papá de Mafalda en las viñetas de Quino, trato de ubicar el punto exacto al que se dirigen.

Es así como llego a la mitad de la
segunda semana en mi nuevo apartamento. Vivo entre bolsas con ropa que no he
colgado, un banco que sirve a veces de taburete y otras de sillón, hormigas que
se cuelan por donde pueden y una soledad que empiezo a conquistar. Todavía no he
traído mis libros y la mitad de mi clóset está en la casa de mis papás.

Empecé esta aventura como
parte de un impulso que se gestó poco a poco desde hace un par de años, pero no
fue sino hasta julio de 2015, cuando decidí agarrar aviada y buscar un lugar
al que pudiera mudarme. No me he detenido a analizar todo el proceso pero estoy
segura de que no tiene nada de trascendental porque no seré la primera ni la
última mujer en hacer esto. Vamos, hasta creo que ya voy tarde porque en otros
países salir de casa es un hecho común y corriente que se realiza a partir de
los 18 años aproximadamente. Sin embargo, a juzgar por las reacciones y comentarios que
he recibido, pareciera que el gesto de lanzarse a la independencia, también tiene
algo de transgresor y liberador.


Tampoco quiero engañarme con que
todo será perfecto porque en poco menos de dos semanas he tenido
que lidiar con contratiempos que parecen enviados por la Ley de Murphy. Lo
que sí quiero hacer, es aprovechar este momento para aterrizar algunas ideas que han cruzado por mi mente cuando observo el nuevo vecindario desde la terraza. Por momentos, siento como si estoy acercándome a la orilla de un gran espejo
en el que empiezo a reconocerme. Todavía me cuesta creer que esta nueva etapa
ha comenzado.

Me estoy empujando a mí
misma hacia un espacio en el que, como ya lo dijo Virginia Woolf en Una Habitación Propia, pueda tener la libertad de pensar las cosas en sí mismas para sacar mis conclusiones. Sus palabras dialogan conmigo por las mañanas mientras desayuno y reflexiono con ella. La autora lanza preguntas al aire como: ¿Es
este libro bueno o malo? ¿Estoy o no estoy de acuerdo con esta idea política?
¿Es bonita o fea esta obra de arte?

La idea principal del ensayo
de Woolf se basa en que las mujeres necesitan independencia económica y
personal para escribir buenas novelas. Esa es la excusa para reflexionar sobre la literatura, las mujeres y el contexto social en el que les
ha tocado desenvolverse. Pues bien, yo tengo cierta independencia económica y
estoy arrendando una habitación propia. Me falta más disciplina para escribir y
compaginar la maestría con el trabajo.

Aunque, pensándolo mejor,
Woolf no solo habla acerca del oficio de escribir. El ensayo también se puede aplicar
a otras áreas en las que las mujeres debiéramos estarnos desarrollando. En el
segundo capítulo del libro ella menciona que todo puede suceder cuando la feminidad ya no
sea una ocupación protegida. A diferencia de la época en la que escribió
el ensayo, ahora hay más mujeres realizando oficios que no necesariamente tienen relación con el hogar. Sin
embargo, todavía queda mucho por hacer y faltan más mujeres en puestos clave
de dirección empresarial  o políticos.

Tenía esa reflexión en mente cuando me topé con una entrevista que le hicieron a la cantante franco-británica Lou Doillon, en
la que ella comentaba que los hombres con quienes está
produciendo su próximo disco no dudan en pedirle un café o té de forma
instintiva pero que, en cambio, cuando se trata de encontrar una solución
técnica o un problema de producción, le hacen bastante menos caso. Se trata de
micro machismos cotidianos con los que todas hemos de haber lidiado más de
alguna vez y aunque hay cierta independencia, el tramo por recorrer todavía es bastante largo. Más adelante ella comenta:

Diría
que mi generación es la primera realmente liberada. Soy la primera que puede
echar a un tío a la calle, porque tengo un sueldo propio, una casa a mi nombre
y el derecho a criar sola a mi hijo.

Quiero resaltar esa declaración porque creo que también puede relacionarse con la idea que Woolf desarrolla en el ensayo
publicado en 1929 y desde ahí 
Doillon también cuestiona  a artistas como
Beyonce por cantar canciones escritas por hombres y que responden a una
fantasía masculina. Tal vez la conexión que quise hacer entre la entrevista a la cantante y lo que Woolf proponía el siglo pasado es algo jalada, pero también resulta curioso que aún con el paso de 86 años, las mujeres sigamos encontrándonos con micro machismos, reflexionando sobre nuestra soledad y reclamando más espacios claves en la vida pública.

No he terminado de leer el
ensayo pero me atrevo a decir que quizá esa habitación propia no sea solo el lugar
físico en el que uno puede recluirse para crear. Lo que falta es que haya más
mujeres cuestionando todo lo que está a su alrededor para encontrar respuestas
propias. Que esa habitación propia represente el proceso de conocimiento personal
para empoderarse cada día con victorias alcanzadas en todos los espacios donde nos desenvolvamos.


Mientras tanto, espero con entusiasmo y nerviosismo las semanas que faltan por venir. Creo que las hormigas seguirán visitándome pero estaré preparada para no darles tregua, ya aprendí a reconocer cuando el tambo de gas está vacío o el regulador no funciona y este espacio será cada vez más mío. Poco a poco seguiré construyendo mi habitación propia y seguiré descifrando la imagen que comienza a asomarse por el espejo. 

Pd. Les dejo una de las viñetas del papá de Mafalda y las hormigas 😉

Crédito de la imagen de inicio. https://www.etsy.com/listing/61839897/little-houses-2-9-x-12-print

2 Comments

2 thoughts on “Construyendo mi habitación propia”

  1. Felicidades por la nueva etapa y por la constante búsqueda de independencia en una sociedad que lentamente aprende a dejarle espacio a las mujeres para que busquen su propio camino.
    Me gusta mucho la forma en que escribes y la naturalidad que se siente en tu redacción.

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