El domingo al filo del medio día cambié los planes en mi agenda para irme al otro lado de la ciudad. ¿El motivo? El concierto de Cultura Profética en Guatemala… A pesar de haber hecho una nota para Siglo 21 que salió publicada unos días antes del evento y de estar rodeada de personas entusiasmadas por la vista de la banda al país, la emoción no había llegado a mi. Pero no fue sino hasta que platiqué con un amigo que terminé de convencerme y agarré camino… jeje
El concierto estaba anunciado para las 4 pm pero a esa hora apenas empezaba la prueba de sonido y nosotros como buenos ciudadanos empezamos a formarnos para hacer la cola. Pasaron los minutos y luego las horas y luego nada… No entraba la gente aunque se nos había adelantado que Cultura Profética empezaría a tocar a las 7 pm… En ese momento la primer banda de Guate, The Killer Tomatoes (no tan buenos o el sonido no les ayudó, les daré el beneficio de la duda) iniciaba su repertorio. Luego The High Comanders, que en realidad me gustaron y creo que fueron el mejor punto en la agenda.
A las 8pm uno pensaría que sólo faltarían 30 minutos más para ver a la banda principal. Pero no. A esa hora ya nadie atendía la taquilla y cualquiera podía ingresar al evento sin haber pagado su entrada. Pinche Ley de Murphy pensamos todos los que ya estábamos adentro… Primer Fail para la organización del evento.
El tiempo siguió transcurriendo y el cansancio por la espera era más evidente. Una hora después el público gritaba y pedía a su banda pero no se retiraba del lugar. Algunas personas ajenas a la producción tuvieron la valentía de subirse al escenario para darle la cara al público y pedir un poco más de paciencia. La versión oficial era que la banda apenas estaba saliendo del hotel para llegar a Mundo E… Hay otra versión pero como no es la oficial no les puedo asegurar que ellos hayan estado ahí fumando weed y que por eso no hayan subido a tiempo… Nadie tiene pruebas…
Lo que sí puedo cuestionar es que sea la excusa que fuera… El concierto estaba anunciado para las CUATRO y Cultura estaba programada para las SIETE, no para las DIEZ de la noche. Que si fue culpa de la organización o de los artistas… saber. Lo que sí es cierto es que ni bandas de la talla de Metallica hicieron tales desplantes cuando el sonido no funcionaba el 5 de marzo, cuando fue su presentación. Aunque Mundo E no sea el mejor lugar para conciertos sí ha recibido a gente como Olga Tañón, Calle 13, Megadeth, Pitbull, Kansas y muchos otros que no han sido tan impuntuales como Cultura Profética.
Pero lo que más cuestiono es la actitud de NOSOTROS como público… Ajá. Somos un mal público que se deja hacer cualquier cosa. No somos exigentes ni demandamos calidad o respeto. Escudados en la hora chapina o en “ahora ya pagué”, nos quedamos esperando horas de horas y contando telarañas para que salga una bandita a medio tocar con un mal sonido. Si todos los que llegamos el domingo (que no eramos ni 10, 100 o 500) hubiéramos empezado a irnos aunque sea al parqueo y a demandar que salieran los músicos al escenario, quizá otra cosa hubiera sido. Y es que al final somos nosotros quienes pagamos por un servicio; de nosotros depende que a esa banda se le retribuya económicamente su performance en el escenario. En realidad el mango de la sartén está de nuestro lado porque al ser un grupo, un público, somos los clientes… y acaso no es el cliente el que siempre tiene la razón?
El poder de las masas es superior al de una persona o 5 que exigen calidad. Si de verdad hubiera una cultura de conciertos y una costumbre de demandar respeto y profesionalismo, este tipo de eventos desafortunados no sucederían en Guatemala. Y si sucedieran entonces no les iría tan bien porque al final qué hicimos? Unos se quedaron porque ya de plano… Otros vimos algunas y luego nos retiramos… Pero al final, todos a quejarse en el facebook y ahí ya para qué si el evento fue el domingo y era ahí dónde se debía decir algo.
Pd. A pesar de la pésima organización y detalles desafortunados que rodearon el concierto, es justo decir que no me la pasé mal… Los amigos hacen maravillas!