Opinión

La palabra perfecta en el momento esperado

Cuando era una niña que cursaba la primaria recuerdo que a veces me acomplejaba un poco porque me escogían para ser la abanderada o sacaba notas altas en las materias. Llegó un momento en el que lo que yo quería era pasar con un bajo perfil porque mis compañeras me tachaban de creída o nerda. No me gustaba eso. Una vez cuando le comentaba a mi mamá esta situación y le explicaba el por qué había rechazado ser la abanderada de quinto primaria, ella me dijo algo que nunca se me va a olvidar. “Eres la hija de dos personas muy inteligentes. Entre los León y los Cantón el único resultado solo puede ser mejor y por eso vas a ser inteligente, buena y muy pilas”. Esa frase me hizo sonreír para luego secarme las lagrimas y sentirme orgullosa por llevar esos apellidos.
Los años pasaron y la época dorada en la que ostentaba con orgullo la bandera del colegio o la de Guatemala quedó atrás. Las materias comenzaron a ser más difíciles, pues siempre me han costado las áreas científicas del pensum. Ella se proponía encontrar los mejores libros de apoyo para sentarse a revisar las tareas de química o preparar el terreno para cuando llegara mi papá. Él se disponía a resolver a mi lado los teoremas de Pitágoras o descifrar la Ley de Newton cuando terminaba de cenar. Pero yo no era la única con tareas indescifrables en la agenda. Mis hermanos también aparecían con grandes retos que ella debía resolver. Fue así como un día fuimos en búsqueda de un carpintero que le vendiera unos pedazos de madera para que mi hermano mediano armara una repisa el día antes de la entrega final.
Su instinto de búsqueda fue perfeccionado en Google y no hay información que no pueda encontrar. Fue de esa manera como descubrió que uno de los maestros de mis hermanos era un embustero y se había plagiado un examen final de la guía de curso de un colegio privado. Por si eso fuera poco, el profesor había copiado el índice de una página que se burlaba de Wikipedia y todo lo que mencionaba era falso. Mi mamá, armada de valentía y sin un pelo en la lengua, llegó a buscar al director con pruebas en mano para desenmascarar a ese maestro.
¿Han coleccionado momentos o memorias? Entre las que más me gusta recordar cuando estoy triste es un abrazo que ella me dio en el patio de la casa. Todos han sido maravillosos. Pero ese tuvo algo de particular y, quizá porque yo estaba en medio de una crisis de adolescente, lo valoré más. En realidad, atesoro cada momento. Como cuando de repente aparecemos todos bailando por las gradas, conversamos cuando vemos televisión y mi papá nos pide que hablemos más bajo o cuando nos burlamos de la vida entre los cinco. Debo confesar que ahora me da celos la computadora porque por las noches se conecta y solo mira telenovelas. Aunque también confieso que me encanta que esté tan conectada y no haya barreras tecnológicas. Todo lo encuentra y todo lo sabe. Si una mamá es capaz de encontrar un objeto perdido en la casa, Google le ha dado todo un nuevo Universo de búsqueda. Nunca falla.
“¿Qué vas a hacer cuando ya no vivas aquí?” Me pregunta cada vez que le pregunto como me veo. Yo le respondo que para eso estará el Skype y que todos los días le consultaré mi outfit antes de salir a la calle. Sospecho que cuando eso suceda, la llamaré todos los días y no me iré tan lejos para mantenerla al día. Una vez una niña me reclamó que por qué le contaba todo a mi mamá. “Si es mi amiga”… le decía yo.
Todos los días cuando salgo y me enfrento a esa bestia llamada ciudad, trato de recordar quien soy. Me esfuerzo por ser paciente, tener fe y sacar una sonrisa al igual que ella. Por no pasarme de lista y respetar las normas como lo hace mi papá. Por no defraudar o engañar como me enseñó él. A no avergonzarme por lo que puedo llegar a hacer y a estar orgullosa porque allá fuera en el mundo, soy la hija de A. Cantón de León y J.M. León. Nada malo puede salir a partir de la unión de dos personas tan maravillosas. Aunque también cometen errores como cualquier ser humano, me han dado lo mejor.

Feliz día a todas las madres que lean este post y, en especial a la mía.
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