En algunas salas de redacción se planeó la edición del Día del cariño desde el año pasado, pues trabajan con semanas de antelación para no morir en los cierres. Hay niños que buscan un regalo para el amigo secreto y otros prefieren esconderse debajo de la tierra para pasar de noche este 14. Luego estás tú y estoy yo. Nosotros; los que quizá tengamos una pareja o andemos volando solos. ¿Qué hacemos ante este carnaval de consumismo y melcocha?
Todos los años mi mamá buscaba un regalo para una amiga secreta con la que intercambiaría un detalle a la hora de recreo. Toda la clase se reunía para hacer el intercambio, después mi grupo de amigas hacía otro y por último en el bus compartíamos un pedazo de pastel. Llegaban los novios de varias estudiantes al colegio con sendos ramos de flores, peluches y cartas que les pasaban por la reja cuando todavía no había un muro perimetral. Cuando tuve mi primer novio, no les voy a mentir, estaba contentísima porque no había tenido un Día del Cariño con pareja. Pero la Ley de Murphy se encargó de que mi relación de adolescente terminara una semana antes del tan esperado día. La tarjeta que había hecho en el período de artes plásticas, como parte de una tarea inútil, fue a dar a la basura o le recorté el oso/Garfield/precious moment para usarlo en otra cosa. No lo recuerdo.
Con el paso del tiempo vino la época de vacas gordas. Creo que es justo decir que he tenido unos 14 de febrero muy bonitos. En realidad no recuerdo todo el cronograma de cada día. Pero sí tengo la certeza de haber pasado momentos geniales. Son esos pequeños detalles a los que me gusta llamarles Trascendencias diarias. Pero ese será tema de otro post.
También llegó el tiempo de las vacas flacas, por decirle así. Quizá caemos en ese error al pensar que no somos nadie si no tenemos a alguien a nuestro lado para pasar un día romántico. Nos aterra estar solos y nos deprime ver los peluches que desfilan por la oficina. La otra opción es vestirnos de Grinch que salió a pasear en febrero. Solo para abuchear a todos los enamorados que se topan por el camino. Pero haber. Paremos la música, dejémonos de cortar las venas con una tortilla tiesa y dejemos las caretas para después.
Creo que gastamos más energías en pasarlo mal y ser infelices, que en hacer lo contrario. No había caído en la cuenta de que el próximo lunes es el Día del Cariño, hasta que mi mejor amiga me pidió algunos temas como sugerencia para discutir en su programa de radio. Y así seguiré. Sin ponerle mucha atención pero alejándome de las escenas dramáticas cargadas de helados de chocolate y la tonada de Love Hurts de Nazareth. Pero eso sí. Me propondré tener un detalle diferente para todos los que estén alrededor. Quizá una sonrisa para alguien que no lo espera. Dulces o chocolates para todos. Hasta para esas personas cuyo nombre desconocemos pero que siempre están en la recepción. Custodiando la entrada del edificio, abriendo portones o con una mano extendida en el semáforo de la esquina.
Qué pasaría si en vez de buscar a alguien para que sea nuestro Valentín ideal, nos tomamos este y todos los demás días para llevar a cabo acciones que vayan más allá de comentarios en facebook o twitter. A veces no tenemos idea de cuán impactante puede ser un buenos días a la persona de la municipalidad que limpia la cuadra o un abrazo a nuestro hermanos. No es sencillo y cuesta salir de la zona de confort que trae consigo el Tacuche Grinch. Pero qué aburrido hacer todos los años lo mismo y sobrevalorar la cantidad de osos de peluche que desfilan por ahí.
Totalmente de acuerdo Batfink! Hasta podría ser un bonito corto fijate. Como una cadena…
Sim 😉
Sí una semana nos propusieramos ser más amigables y sonreirle a 5 personas
Y en la segunda semana agregaramos un "hola" a la sonrisa
y en la tercera semana ya pudieramos conversar de cualquier cosa en cualquier lado con cualquier persona…
tendríamos más confianza en nosotros y la gente se sentiría mejor. Cuando el amor entra en acción, todos ganan.
y no necesitaríamos no stinking Valentine's day.
vacas flacas jajajaja uff