Una mamá cool

Hace 22 años mi mamá cuidaba a un bebé que apenas empezaba a vivir. Ella estudiaba ciencias químicas en la Universidad y era una jovencita recién casada que convivía entre biberones, pañales, parciales, buses, paradas, desveladas, tareas, informes y berrinches. En esa época mi mamá tenía la misma edad que yo tengo actualmente y no puedo dejar de admirar todo lo que ella lograba hacer para organizar su tiempo y terminar la U. Pero no lo hizo sola; mi papá también la ayudaba. Mis primeros días en las aulas universitarias no fueron hace cinco años, sino cuando era pequeñita porque a veces me llevaban consigo.
Los años fueron pasando y mis hermanos llegaron a la familia. Mis papás ya se habían graduado y poco a poco todo fue tomando forma. Ella iba a trabajar a su laboratorio y nosotros a estudiar al colegio. Como los buses no nos llevaban hasta la puerta de la casa, ella debía salir de su oficina, tomar una camioneta e ir a esperar el bus del colegio hasta Galerías del Sur. Nosotros vivíamos en Villa Nueva, quienes lean este post y conozcan Guatemala sabrán que no queda a la vuelta de la esquina.

Recuerdo que cuando veníamos de regreso debía luchar para pasar entre unas señoras bien grandes que llevaban canastos con verduras o gallinas. A veces me dormía y otras, cuando encontrábamos lugar, le platicaba sobre mis peleas con las compañeras del colegio. “Ya no es mi mejor amiga porque prefiere jugar con Z”, era la línea clásica que cada dos días le repetía.
Cuando estaba de vacaciones me gustaba llegar a su trabajo y ver cómo observaba unos líquidos pegajosos en unos botecitos de plástico. El microscopio era un aparato por demás extraño pero intrigante. Tenía varios lapiceros de colores con los que hacía anotaciones en un cuaderno.
Desde que estaba en primaria mi mamá fue mi mejor amiga. Claro, había secretos infantiles y luego intrigas adolescentes que no compartía con nadie, pero para las cosas importantes, ella siempre estaba ahí. Cuando tuve mi primer novio y posteriormente la decepción amorosa, ella fue la primera en saberlo.
No todo era ideal. Además de ser mi amiga, era mi mamá y por consiguiente, debía regañarme, castigarme y llamarme la atención. Aunque cuando lo hacía (y lo sigue haciendo), me enojaba, pataleaba y alegaba. Fue parte de la educación que mis papas me brindaron. En ese ratito, en el que un NO era la muerte y significaba quedarme sin ir a la fiesta de sutanita o cualquier clase de permiso, la ira típica de una adolescente llenaba varias hojas de un paciente diario. Pero todo eso contribuyó a la formación de mi personalidad, al menos eso espero y es lo que me consuela por aquellas fiestas a las que no pude ir jaja.
Cuando tenía unos 16 ó 17 fue cuando conocimos a Gilmore Girls jejeje. Ya éramos ávidas fans de varias series y novelas de televisión, un pasatiempo que continúa siendo el preferido de ambas. Creo que en vez de escribir cientos de párrafos con una descripción sobre la relación entre ella y yo, puedo hacerlo de una forma más breve. La comparo con las GG. Esa complicidad y sinceridad que nos ha caracterizado continúan siendo los ingredientes fundamentales para la gran confianza que hay entre ambas.

Sin embargo, todo evoluciona y por consiguiente nuestra relación también. Hoy el Internet es un medio eficaz para mantenernos en contacto. No hablo de simples mails o sms mandados vía virtual. No. Me refiero a los Twits que ella publica y a su personalidad cibernética. Hace poco creó una cuenta en Facebook; entre sus contactos agregó al abuelito, una amiga que vive en Holanda y a mis hermanos también. Contrario a lo que muchos puedan pensar, no lo hace para espiarnos o algo así. Simplemente es así de cool.

PD. Feliz día de la madre y en especial a todas las blogueras, twiteras, facebookeras y cibernautas =)