“Espejito, espejito»

Propongo una huelga en la que los principales ignorados sean esos anuncios que nos invitan al ayuno absoluto para cumplir con conceptos de belleza definidos por la publicidad. Y es que cuando la presión social de las dietas mágicas y del look de modelo de pasarela gobierna nuestra vida corremos el grave peligro de sufrir un desorden alimenticio.

En español porfa… El desorden alimenticio es una actitud negativa ante la comida ya que nos obsesiona cuánto comemos y cómo nos miramos físicamente.
Tampoco se trata de tirarnos a la perdición y abandonar nuestra apariencia. Al contrario, es normal preocuparse por estar saludable, ejercitarse e incluso dejar de comer chicharrones o cuanta comida chatarra se te ponga enfrente. Pero la anorexia y bulimia están a la vuelta de la esquina cuando esto se convierte en obsesión.

Todo mortal está propenso a dejarse atrapar por esta avalancha dietética y, aunque unos lo disimulen más que otros, hay actitudes delatoras que te ayudarán a reconocer si tu mejor amiga tiene un desorden alimenticio:
* Tiene ciertos rituales al comer: juega con la comida en su plato, corta los alimentos en pedacitos y luego los mastica miles de veces.
* NUNCA tiene hambre o come frente a los demás.
* Insiste en que está muy gorda, aun cuando es obvio que no.
* Detesta partes específicas de su cuerpo, especialmente, busto, caderas, abdomen y glúteos.

Recordá que los extremos jamás son buenos. El truco está en preocuparte conscientemente por tu salud. En vez de seguir religiosamente las dietas de revista, consultá a un nutricionista para que te recomiende una dieta adecuada para tu organismo. Buscá la asesoría de un entrenador cuando vayas al Gym para que tu rutina sea funcional. En lugar de entregarte al ayuno permanente, balancea tus tiempos de comida con frutas y verduras.
Acéptate tal y como eres. Muchas veces somos nosotras quienes nos convertimos en juezas de la inquisición, que al vernos al espejo vemos nuestra peor pesadilla en lugar de saludar a la más bonita.