¿Cambia, todo cambia?

Un ligero suspiro antecede al impulso, que le comanda a la pierna derecha que suba esa grada, para luego subir otra, y otra, en la pasarela. Localizo la ficha ¨de a quetzal¨, la introduzco en el tragamonedas y me dirijo hacia la estación del Transmetro. Por azares del destino y del trabajo, me he visto en la necesidad de utilizar este medio de transporte.

Al principio, todos estaban escépticos en cuanto a su buen funcionamiento. Hasta yo me incluyo dentro de ese ¨todos¨.
Debo reconocer que para mí, como pasajera, el servicio es más cómodo (si voy sentada), es más rápido y cordial.
Cada trabajador de Emetra saluda a los viajeros y los asiste en cualquier duda.
Ahora bien, si vas parado… Es un martirio. Los agarradores (no sé cómo se llaman los tubos en el techo de los cuales se sostiene la gente para no caerse), están demasiado altos y la mayoría no los alcanza. Por ende, se ven obligados a contonearse con los movimientos del Transmetro y a toparse unos con otros. Xetulul se queda corto…

Aparte de ser un medio colectivo de transporte, el Transmetro es una galería viviente. Es una muestra constante de todos los contrastes que existen en Guate. En realidad nada ha cambiado. Sí, el transporte es eficiente, rápido y demás, pero los usuarios siguen maltratándolo, continúan en la misma pobreza…